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PEQUEÑOS AGRICULTORES DE PUMANQUE SE CAPACITARON EN TÉCNICAS DE COSECHA DE AGUAS LLUVIA
Muy interesados se mostraron los agricultores y agricultoras de la comuna de Pumanque, en aprender sobre técnicas de cosecha de aguas lluvias y cultivo de forraje hidropónico en la capacitación dictada por profesionales del INIA Rayentué.En esta actividad, que contó con la asistencia de 35 agricultores y agricultoras integrantes del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP de la mencionada comuna costera, el investigador Jorge Carrasco, coordinador del programa “Proyectos sustentables con enfoque en gestión hídrica”, explicó cómo usando los techos de las casas, bodegas y/o galpones se puede cosechar aguas lluvias, para ser utilizada tanto en el riego de producción de hortalizas como para bebida de animales.
La instalación del sistema de cosecha de agua lluvias consiste en colectar el agua en canaletas que se sitúan en los techos, las que a su vez se conectan a una tubería que transporta el agua hacia un estanque acumulador, de los cuales existen varias alternativas como son: estanques plásticos, cisternas de ferrocemento o cisternas flexibles, esta ultima de tecnología francesa.
Junto con lo anterior Jorge Carrasco señaló que las tres alternativas mencionadas están siendo utilizadas por los agricultores a través del programa “Proyectos sustentables con enfoque en gestión hídrica” que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA, está ejecutando en las regiones de O’Higgins y Del Maule, con el financiamiento de la Subsecretaría de Agricultura.
Si bien los estanques plásticos y las cisternas flexibles se deben adquirir en el comercio, las cisternas de ferrocemento son de autoconstrucción y para ello, indicó Carrasco, el INIA, a través del mencionado proyecto, ha editado un informativo técnico, que está a disposición de los interesados, en el que se consignan los materiales a utilizar y todas las especificaciones técnicas para su construcción.
El especialista indicó que existe un principio básico que señala que un milímetro de precipitaciones equivale a un litro de agua caída en un metro cuadrado de superficie. Por lo tanto, si en el secano costero caen 500 mm de agua en una temporada, teóricamente se pueden cosechar 500 litros en 1 metro cuadrado de superficie. Por ejemplo, si un productor posee una casa con un techo de 40 metros cuadrados, podría almacenar 20 mil litros de agua y para hacer un mejor uso del recurso el estanque acumulador va conectado a un sistema de riego tecnificado destinado a la producción de hortalizas en invernaderos o al aire libre.
Para el investigador, un estanque de 5.400 litros, probablemente no resuelva la situación de riego de un pequeño agricultor, pero si le permite disponer de un volumen de agua, que antes de colectarla desde los techos no la tenía. Ese estanque, dijo, se comienza a llenar con las primeras lluvias de mayo, y probablemente en el mismo mes se llene con las siguientes precipitaciones, por lo cual el productor puede hacer uso de esa agua para riego, en la producción de hortalizas bajo invernadero. A medida que se va usando agua para riego, el estanque se va llenando nuevamente con las sucesivas precipitaciones que puedan caer durante la temporada de lluvias, dándose una situación donde la acumulación de agua, puede superar los 20 mil litros.
Cultivo de Forraje Hidropónico
En tanto la charla sobre el cultivo de forraje hidropónico, dictada por el ingeniero agrónomo, Cristian Aguirre, estuvo basada en la producción de forraje hidropónico y en explicar paso a paso cómo se construye una estructura de madera como soporte para la producción de forraje, que permite hacer un eficiente uso del agua.
Según explicó el especialista, la posibilidad de producir forraje hidropónico en bandejas plásticas, es una forma sencilla de entregar a los animales un alimento verde con alto contenido de agua y nutrientes, con una masa y volumen considerable y altamente apetecible por los animales. Resultando ser una ventajosa solución para los agricultores y agricultoras, ya que se puede producir alimento en espacios reducidos y a bajo costo, para cubrir la necesidad de alimento en aves, ovinos y conejos (entre otros) en zonas de escasa disponibilidad de agua.
La gran masa alimenticia que desarrollan los cereales como, el trigo, avena, cebada, maíz, etc., en un corto período de tiempo y la baja necesidad nutricional para su crecimiento en este tipo de sistema, son un motivo esencial para su producción como alimento de ganado, señaló el profesional.
PRENSA INIA RAYENTUÉ
ARTESANÍA DE JUNCOS LA ÚLTIMA VOZ DE LA RAZA YAGÁN
Julia González Calderón, una de las pocas herederas de los canoeros que navegaron en los revueltos canales subantárticos, expone en el Museo Nacional de los Indios Americanos la tradición de hacer canastos, cestas y arpones a la usanza de sus ancestros.Recién después de tres meses suspiró y sus profundos ojos negros quedaron clavados en la obra. Había terminado su primera cesta y sus manos de niña de nueve años le quedaron adormecidas tanto hacer y deshacer puntos con lienzos de junco en busca de la perfección: “Yo estaba orgullosa, lo había hecho sin ayuda y mi madre –Úrsula Calderón- me felicitó, después lo llevó a Puerto Williams, vendió el canasto que era bien grande, y trajo cositas para comer”, recuerda Julia González Calderón.
Nació en Isla Mascard, ubicada al sur del archipiélago Tierra del Fuego, territorio desmembrado por glaciares y salpicado por el viento. Un lugar donde la creación se instaló a ensayar las formas más desoladas y rigurosas de la belleza. En el parto fue asistida por una tía lejana de su madre, la abuela “Rosa Yagán” y al poco tiempo, de bebé, ya navegaba por los tormentosos mares australes, vida que le duró hasta los veinte años.
Hoy día, Julia González tiene 58 años, vive en Puerto Williams y lucha por rescatar su cultura, instruyendo a las nuevas generaciones lo que aprendió de sus antepasados: “Mi abuela le enseñó a mi mamá y mi mamá a mí, así ha sido siempre y no hay que perder nuestra cultura, tenemos que seguir”, sentencia.
En ese esfuerzo hace clases de artesanía con fibra de junco a científicos extranjeros que llegan cada año hasta Cabo de Hornos en busca del conocimiento, también a sus nietos, y sobrinos.
El año 2010 Julia González recibió el sello de Excelencia de Artesanía otorgado por la UNESCO y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y hace dos días partió rumbo al Museo Nacional de los Indios Americanos, ubicado en la ciudad de Washington, a exponer la artesanía en base a lienzos de juncos, la última expresión de la vida yagán, porque la lengua del pueblo canoero ya casi se extingue.
Para la Directora Regional de Prochile, Lorena Araya, la elección de Julia González refleja una deuda pendiente con las culturas ancestrales. “Se la ha escogido e invitado a Washington porque es una representante fiel de la artesanía yagán. Ella se ganó un espacio con su trabajo y perseverancia en el rescate de sus tradiciones, y se hace necesario que el mundo la conozca y que por otro lado como Estado visibilicemos las potencialidades de nuestra región desde una perspectiva que integre cultura y comercio”, explica.
Ha estado en varias ciudades de Chile, pero la única vez que salió del país llegó hasta Ushuaia, al otro lado del Canal Beagle, distante apenas a 100 kilómetros. “Es la primera vez que nuestra raza llega tan lejos”, ríe Julia Calderón y los ojos le brillan, mientras sorbe un mate y teje el pasado con sus historias.
No disimula su entusiasmo y se siente orgullosa de su raza, aunque reconoce que no ha sido fácil. “Mi papi no quería que yo hablara yagán porque la gente se podía reír de mí o hacerme burla. Pero me acuerdo que cuando andábamos navegando siempre hablaban con mi mamí, cuando tomaban mate. Yo los escuchaba a ellos, pero cuando sentían que me levantaba terminaban la conversación y empezaban a hablar en español, así que como yo sabía que paraban entonces me quedaba calladita escuchando cómo hablaban, a mí me gustaba mucho el sonido y las palabras”, recuerda. El padre de Julia, José González murió el año 1987 y el año 2003 fallece su madre, Úrsula Calderón, quien hasta los 79 años trabajó en el rescate de la lengua y las tradiciones.
El rescate del junco
En Puerto Williams, ubicada a 32 horas de navegación al sur de Punta Arenas, viven los descendientes yaganes, que suman poco más de cuarenta personas, la mayoría de ellas tiene sus casas en Villa Ukika y la comunidad liderada por Julia González realiza diversas actividades orientadas a la recuperación de los elementos de su cultura ancestral.
Los yaganes eran verdaderos nómadas del mar a bordo de las canoas. Las principales islas que visitaban eran Hoste, Navarino, Lennox, las del archipiélago de las Wollaston y Tierra del Fuego. Se agruparon y conformaron los primeros asentamientos en Caleta Mejillones (Isla Navarino), Yendegaia y Ushuaia, en Tierra del Fuego.
Los artesanos actualmente confeccionan pequeñas canoas de tres piezas de corteza de coigüe y desarrollan la cestería en base a junco, una planta que crece en ambientes húmedos, así como en los fondos de los barrancos o por lugares por donde discurre el agua de forma regular. Aunque posee tallos muy flexibles, para tejer se hace necesario preparar la fibra.
“El junco lo voy a buscar para que me dure el mes. No voy mucho porque igual se seca y hay que trabajarlo rápido, a veces las manos quedan adoloridas tanto tejer. Hoy día está muy escaso, pienso que por el tema del sol que los ha quemado y los caballos y vacas se los han comido”, explica.
En la actualidad Julia González recibe apoyo de INDAP para la compra de algunos utensilios necesarios para desarrollar la artesanía, pero su sueño es construir un taller en Bahía Mejillones, ubicada a 30 kilómetros al oriente de Villa Ukika.
“En ese espacio quiero enseñar y mostrar a los visitantes nuestra cultura”, adelanta Julia que todavía hace sus canastos con la emoción que tuvo a los nueve años cuando logró por primera vez vencer la resistencia del junco. Hoy, está convencida que hay que innovar y proyectar el futuro de la cultura, donde las nuevas generaciones empiezan escribir su propia historia en la artesanía yagán.