Proyecto de valorización de rosa mosqueta revitalizará zona del Biobío afectada por incendios

Autor: Indap

Nacional

Chile es el principal productor y exportador de rosa mosqueta, con un 85 por ciento de la oferta mundial. Este extraordinario fruto silvestre se caracteriza por poseer reconocidas propiedades nutracéuticas. Destacan sus beneficios antioxidantes y recientemente se ha identificado un flavonoide glicosídico importante en el combate de la obesidad.

Estos son algunos de los antecedentes que llevaron a la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y al Departamento de Agroindustrias de la Universidad de Concepción a impulsar un proyecto que articula a las recolectoras y recolectores del Biobío -que fueron directamente afectados por los incendios forestales del último verano- con miras a generar un encadenamiento productivo y un modelo de negocio que permita agregar valor a esta baya, que se encuentra en abundancia en los bosques de la zona centro sur del país.

La iniciativa, que cuenta con la colaboración de la Mesa Regional de Productos Forestales no Madereros y de empresas como Arauco y CMPC, contempla la obtención de grageas comestibles de rosa mosqueta con propiedades bioactivas, a partir de la caracterización de la materia prima según la zona geográfica de recolección. “Queremos generar un producto 100 por ciento natural, que no contenga ingredientes químicos, preservantes ni aditivos, y que sea versátil, aportando color y sabor en diversas preparaciones”, explica la coordinadora del proyecto, María Eugenia González.

La directora del Departamento de Agroindustrias de la UdeC agrega que la rosa mosqueta además es una fuente de micronutrientes, incluyendo las vitaminas C y E, y entrega un buen aporte nutricional: “Posee altos contenidos de ácidos grasos esenciales omega 3 y omega 6, necesarios para el crecimiento y reparación de las células, pero que el cuerpo no los produce, por lo que se deben ingerir a través de la alimentación”.

Por su parte, la directora ejecutiva de FIA, María José Etchegaray, sostiene que Chile tiene el gran desafío de lograr agregar valor a la gran diversidad de materia prima de origen agrario y forestal que se produce en los campos y bosques de los distintos territorios del país. “Nuestro país posee una riqueza patrimonial incomparable, pero debemos avanzar de la exportación de materia prima en fresco y deshidratado a la agregación de valor”, señala.

“Lo anterior requiere de la articulación y el encadenamiento sostenible de los actores públicos y privados, considerando una participación protagónica de agricultores y recolectores. La innovación es un trabajo en red, donde elementos como la inclusión y la sustentabilidad no pueden estar ausentes”, subraya Etchegaray.

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Agricultura inclusiva

Visión que ratifica el seremi de Agricultura, Rodrigo García Hurtado, quien afirma que este proyecto “está en total sintonía con el enfoque de una agricultura inclusiva y socialmente sustentable que promovemos desde el Gobierno y específicamente desde el Ministerio de Agricultura”.

Una de las particularidades de este proyecto es precisamente el eje competitivo que se quiere lograr, incorporando a CORBIOBIO, ya que además de la recolección que realizan habitualmente del fruto, los recolectores serán instruidos en el reconocimiento de la materia prima requerida y en los principios de funcionamiento de los equipos y líneas de procesamiento.

Ester Troncoso es una de las 14 mil recolectoras y recolectores que actualmente existen en Biobío y lleva años cosechando frutos y hierbas silvestres de los bosques de Ñuble, como tilo, maqui, mora, menta y poleo. Pero la rosa mosqueta, dice, tiene un valor especial. “La rosa mosqueta deshidratada es uno de nuestros productos estrella, la gente la aprecia mucho por sus propiedades como reconstituyente de tejidos y para aliviar las molestias del resfrío”, comenta. “Ahora, con este proyecto, esperamos ir aún más allá y sacar a la luz los demás atributos que posee este fruto”.

Para esto se realizará una evaluación en terreno de las condiciones actuales de las unidades de proceso de los recolectores, en donde se relevará el punto de acopio de la materia prima, sala de proceso, equipamiento e infraestructura de almacenamiento, de manera de determinar las mejoras necesarias a implementar para la incorporación del nuevo proceso.

Posteriormente, se habilitará nuevo equipamiento en las unidades de proceso de los recolectores para la elaboración de las grageas. En la etapa final del proyecto, se buscará financiamiento que permita la incorporación de este nuevo equipamiento -a través de INDAP o Prodesal- para las 10 unidades productivas pertenecientes a CORBIOBIO, o la alternativa de un centro de acopio y proceso conjunto.

“Cuando hablamos de innovación no siempre se trata de tecnología de punta o altamente disruptiva”, aclara María José Etchegaray. “Innovación también pueden ser pequeños procesos de mejora y transformación que tienen la virtud de impactar positivamente en la vida de las comunidades, como esperamos suceda con este proyecto”.