PRODUCTOR AGRÍCOLA PROMUEVE FILOSOFÍA DE LA CALIDAD EN LA PATAGONIA

Está convencido que si falla un agricultor, pierden todos: “No es fácil, pero tenemos que creernos el cuento de que somos los mejores”, expone Sergio Oberreuter, a pequeños agricultores del Programa de Desarrollo Local, PRODESAL, de Puerto Natales invitados a conocer su exitosa experiencia

Autor: Indap

Magallanes

Hace 25 años preparaba la tierra con gualato, regaba con manguera y a la hora de comercializar tenía que golpear varias puertas.  La historia cambió a fuerza de trabajo y voluntad y hoy día, Sergio Oberreuter, 45 años, tiene un pequeño y moderno oasis de hortalizas en el kilómetro 13 norte de Punta Arenas y sus productos son los más apetecidos en los exigentes mercados del retail.

No fue fácil, comenzó, junto a su padre, sin apoyo del Estado, por eso hoy día invita a los pequeños agricultores que aprovechen los distintos instrumentos disponibles para mejorar sus predios y la producción.

Los 12 pequeños productores que llegaron desde Puerto Natales siguen atentos las recomendaciones de Oberreuter: “Hay que aprovechar los instrumentos del Estado, nosotros partimos sin nada y pucha que nos hubiera ayudado.  Aprovechen a los asesores, ellos se pagan solos, porque INDAP ayuda con los recursos y esos hay que saber cuidarlos. Se puede vivir bien de esto, el papá tiene 70 años y sigue trabajando duro”, precisa.

La visita comienza cuando ya terminó la temporada y como cada año inicia la tarea de arreglar invernaderos, cambiar plásticos, y preparar la tierra, por eso ironiza en que la visita se realiza justo cuando ellos están en “período de post guerra”.

“Hay que utilizar las mejores semillas, en Magallanes tenemos que invertir en la mejor calidad, asumir la filosofía de vender lo mejor y hay que atreverse a innovar.  El ciboulette no era mercado y comenzamos vendiendo 10 paquetes, hoy entregamos 200 al día, eso fue atreverse e innovar.  Pienso que la agricultura en esta zona rompe el esquema de los libros, por eso hay que probar, experimentar y buscar comercialización”, relata y al mismo tiempo advierte: “No hay que crecer más de lo que se puede mantener”.

Tiene cinco trabajadores fijos que en temporada aumentan a 15: “Hay que pagarles bien a la gente, y se puede, hay una percepción equivocada de que la agricultura no da, pero sí se puede”, motiva a los visitantes que en silencio no quieren perder ninguna coma del relato del emprendedor.

“Antiguamente uno agarraba una puñado de tierra con la mano y podía intuir la humedad, pero no hay que valerse de eso, hay que hacer los estudios de la tierra. Ojalá cuando comenzamos hubiéramos aprovechado los recursos de INDAP”, indica.

Hoy día anota todo: Calendariza cada uno de los 35 invernaderos que posee y sabe con exactitud cúando y cuánto van dar. Cada metro de siembra tiene un precio definido, sólo así puede pagar a sus trabajadores y seguir reinvirtiendo.

“Esto es un negocio, no amor al arte.  Más allá del corazón, hay un negocio, la gracia del invernadero es aprovechar al cien por ciento el espacio.  Por eso, hay que cambiar los invernaderos y no dar más duración al plástico que su vencimiento, así que cada año hay que invertir y ahorrar”, explica.

Otro elemento que destaca es el cuidado del agua: “Es lo más importante en la agricultura, hoy día está la posibilidad de postular a proyectos de riego a través de  INDAP y esa gente sabe del tema.  Hay usar lo disponible, las mallas antimaleza pucha que ayudan, igual que el riego por goteo con aspersor…  Hay que ser eficaz en la agricultura.  Nosotros partimos regando con manguera y hoy tenemos un sistema de riego aéreo por aspersor que rinde 70 litros por hora”, explica al momento que muestra la maquinaria que recorre toda la red de invernaderos.

“Somos defensores de los productos regionales, si a un agricultor le va bien, todos ganamos.  Vender lo mejor, cuidar que sea el producto de mejor calidad, esa es la receta, esa es la forma de defender la agricultura.  Acá es difícil pero no usamos pesticidas, no digo que sea malo pero tenemos la ventaja de contar con productos inocuos, sanos y limpios de todo tipo de químicos”, señala.

Por su parte, los visitantes del Programa de Desarrollo Local, PRODESAL, de Puerto Natales, agradecieron la oportunidad y cada uno, a su manera, tomó apuntes, de un emprendimiento exitoso que se puede replicar en toda la región, “sólo hay que creerse el cuento y apostar por la calidad”, sentencia Oberreuter.