OPTAR POR LO NUESTRO, ELEGIR LO MAGALLÁNICO

El mundo acuñó la frase: “Agricultura de norte a sur y de mar a cordillera” y así reza la historia de la humanidad, desarrollada a través de los siglos, gracias a los frutos de la tierra. Columna del Director Regional de INDAP, Víctor Vargas.

Autor: Indap

Magallanes

El mundo acuñó la frase: “Agricultura de norte a sur y de mar a cordillera” y así reza la historia de la humanidad, desarrollada a través de los siglos, gracias a los frutos de la tierra.  Una realidad que calza perfecta  en la geografía de nuestro país y que en el caso de nuestra región merece un reconocimiento adicional por la bravura y dificultades de producir en medio de un clima adverso y aislado. 

No es tarea fácil sumergirse en las entrañas de la tierra, soportar la nieve, el agresivo viento y la escarcha. De ahí que hay cierta magia en la Patagonia cuando nace una lechuga, brota la papa, resplandecen las hortalizas…

La imagen se repite cada temporada en la zona: Mujeres y hombres tras motores, herramientas y utensilios inmersos en terrenos granulados haciendo surcos, con la ilusión de dar a luz al sano alimento.  Por décadas, en esa labor ha estado la madre, el padre, la abuela, el abuelo, hijos, hermanos…. Hoy, las ciencias sociales distinguen y denominan la actividad como “Agricultura Familiar Campesina” (AFC). 

¿Qué los motiva? ¿Por qué están ahí? En la mayoría de los casos, arraigo, tradición, amor a la tierra, pero también emprendimiento productivo.

Por eso, la agricultura familiar hoy piensa en el mercado, aunque a veces lo ve inmenso, lejano y siente que cuesta. Estamos hablando del supermercado, el que exige, el que no perdona. Lo importante es que esta familia tiene ganas, se siente capaz, ha aprendido el significado de la globalización, de la sanidad y la inocuidad. Y cada día va conociendo más el comercio, la contabilidad y los gustos del exigente consumidor.

Lo primordial y urgente es que esta familia no se sienta sola, sino que  acompañada de profesionales que apoyen, asesoren y  les ayuden a financiar sus proyectos.  Esa es la tarea ineludible de INDAP, y en eso estamos, tratando de fortalecer lo que hemos denominado circuito corto, iniciativa que trata de conectar directamente a los productores con su consumidor final. 

De a poco la familia campesina está en el mercado, con mucho esfuerzo.  Queremos que sigan y que más pequeños agricultores se aventuren.  En esta cruzada todos tenemos algo qué decir y que ganar, somos el mundo consumidor: Elijamos y exijamos el suspiro amoroso que propone una lechuga magallánica, dejémonos encantar por  las papas que asoman como peñascos en el fondo de un plato de greda, defendiendo y aceptando el revoloteo de las hortalizas que nacen en la tierra patagónica.  Porque hay un sabor, cierta sutileza que da distinción a nuestros alimentos, un sello que honra y hace de la agricultura austral una oferta irresistible para el paladar más sabio.

El grave problema de obesidad que enfrenta nuestra región tiene una relación directa con la forma en que nos alimentamos. La salud de los individuos y las comunidades no puede estar separada de la salud de los ecosistemas, pues suelos saludables producen cultivos saludables que generan personas saludables.  La alimentación adecuada y sana no tendría por qué ser un lujo y esa está acá, a la mano de todo consumidor.