MUJERES RURALES VIAJARON A SANTIAGO PARA INTERCAMBIAR SEMILLAS Y ENSEÑARNOS A CUIDAR NUESTROS RECURSOS

ExpoMundoRural 2015 se llenó de color con semillas de porotos, maíces, habas, arvejas y papas nativas, entre otras, en un Trafkintu organizado por la Agrupación Nacional de Mujeres Rurales y Campesinas (Anamuri).

Autor: Indap

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La naturaleza es sabia, pero el común de las personas no lo somos tanto. A eso se debe, quizás, el gran desconocimiento que existe sobre nuestros recursos, su cuidado y defensa. Pero para hacer frente a este escenario está el trabajo anónimo que, con mucho amor por la madre tierra, realizan numerosas pequeñas agricultoras a lo largo del país, guardando las semillas de cultivos nativos que si no fuera por ellas serían parte de una historia olvidada.

Tras una Mística -ritual para llamar las buenas energías- realizada en la Plaza de la Cultura del recinto ferial del Parque Alberto Hurtado, una veintena de campesinas de Copiapó a Ancud esparcieron sobre las mesas coloridas semillas de algarrobo, habas, porotos, maíces, arvejas, papas nativas, pimientos, frutos de copao y otras especies, en lo que fue el primer Trafkintu en la historia de la ExpoMundoRural.

Las mujeres compartieron sus semillas con los visitantes con gran generosidad, pero también sus saberes y conocimientos sobre la tierra, los cultivos y la necesidad de proteger nuestro patrimonio agrícola y nuestra biodiversidad.

Gloria Sánchez Guerrero, de la Unión Comunal de Mujeres Rurales de Chiloé, viajó desde Ancud para estar presente en esta cita. Guardadora de semillas “de toda la vida”, por una herencia familiar contó que “Mi abuela, que falleció a los 90 años y a quien alcancé a conocer, siempre iba guardando semillas y nosotros, mi mamá primero y yo después, continuamos con esta tradición”.

A Santiago llegó con papas nativas -en su hogar mantiene 18 variedades, como negrita, clavela, pie grande y amarilla, entre otras- y ajo chilote, semillas con las que, siempre que puede, participa en intercambios, principalmente en Puerto Montt y en la isla grande. “Yo hago esto de corazón, para mí es una necesidad. Este año incluso sembré una quínoa que me regalaron y ya están apareciendo las plantitas. Es como cuidar a los hijos”, afirma.

Casada y con tres hijos, Gloria, como toda mujer, hace muchas otras cosas en su vida en el campo. “Soy múltiple”, dice entre risas. “Preparo champú y crema de caléndula, yerbas medicinales, además de todas las labores que hay que hacer en el hogar”.

El director nacional de INDAP, Octavio Sotomayor, comentó que esta ceremonia fue mirada con distancia por mucho tiempo por el Estado, pero afirmó que hoy la idea es conectar estos rituales que han ido cobrando fuerza en la sociedad civil con los programas institucionales, “porque estamos comprometidos con el tema ambiental y creemos que hay que fomentar estas prácticas”.