Los secretos de la “mateada” patagona

Autor: Sonia Rivas

Nacional
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El mate es una tradición gaucha, sin embargo está inserta en el corazón de nuestro mundo rural campesino chileno en toda su extensión, donde no falta la yerba mate, ni las bombillas para disfrutar de este ancestral brebaje al lado de un fogón, con la familia o con los amigos. 

Pero ¿qué hay detrás del mate? Esta yerba, originaria del Paraguay, ha sido consumida desde tiempos inmemoriales por los pueblos guaraníes y guaycurúes, quienes recogían las hojas en la selva, donde crecía en forma silvestre. Luego se expandió a Uruguay, Argentina y parte de Brasil. En Chile se asentó en el campo de diferentes formas, pero en la zona sur se constituyó en toda una ceremonia, con muchas de las costumbres gauchas.

Felidor Sandoval, de Aysén, y Adán Paredes, baqueano de Puerto Natales, tienen un verdadero “doctorado” en esta tradición y así lo hicieron notar durante el lanzamiento nacional de la temporada de turismo rural 2017. Y éste es el paso a paso de esta preparación y el significado de los detalles que rodean a la  “mateada”, un mate compartido entre amigos y familiares.

Dice que lo primero es tener el calabacín, donde se preparará el mate. Éste se ahueca y se tiene que cebar. La forma es con licor, con el cual se llena este recipiente y se deja por varias horas. Luego se bota el líquido y se vuelve a rellenar con licor, repitiendo la operación. Una vez terminado esto, el mate se encuentra literalmente “curado” y listo para poner la yerba mate.

Adán Paredes resalta que el cebador de mate es el que manda la bombilla y si alguien la toma sin permiso, es considerado una falta de respeto. “Cuando se comienza a cebar el mate uno invita a otra persona diciéndole anda a tomar un mate a la casa o con nosotros. Si eso no ocurre y lo invitan sin tomar mate, mejor no vaya”.

El cebador toma el primer mate, el más amargo, sin ningún tipo de endulzantes, caracterizando la “mateada” entre hombres. Luego invita a los demás, entregándolo a la primera persona que está a su derecha, con la bombilla apuntando a su invitado, “mirándolo a los ojos”. Una vez consumido, esta persona lo devuelve al anfitrión con su mano derecha, también mirando a los ojos, y se continúa la ronda, siempre de manos del cebador, por la derecha y sin limpiar la bombilla. Si a alguien se le ocurre hacer este “horrible” acto, será considerado como un insulto. Y tan terrible como eso, casi como un pecado capital, es empezar a revolver la yerba con la bombilla. “Eso no se hace”, explica Paredes.

Usted puede seguir tomando mate todo el día o noche, hasta que dé las gracias. Cuando eso ocurre, el cebador da por entendido que ya no quiere más. Por eso, si lo invitan a una “mateada” no se le vaya a ocurrir decir gracias en el primer mate, porque será considerado como que no quiere seguir compartiendo esa importante reunión. A juicio de Paredes “el gaucho tiene el deber de cebar el mate, hasta que no quede agua en el planeta”.

Este mate amargo tiene algunas diferencias con el mate endulzado, que comparten las mujeres. Doña Myriam Navarro, emprendedora de turismo rural de la localidad Emperador Guillermo, ubicada a unos 45 km al norte de Cohayque, dijo que este mate lo ceban con la yerba tradicional, pero que se le agregan hojas de algunas plantas medicinales y se endulza con miel, azúcar o con estevia o sucralosa. 

Precisa: “Nosotras no somos como los hombres y andamos siempre con nuestro pañuelo o servilleta para limpiar la bombilla antes de pasarlo a otra persona. No es considerado como un insulto hacer esto, porque muchas también usan labiales que puede quedar pegado en la boquilla”.

Asimismo, redimidas de todo tipo de pecados, la persona que toma el mate endulzado con las mujeres, puede revolver su contenido sin recibir ninguna mala mirada de parte de la cebadora o de los demás presentes. Lo que sí tienen en común, es que cuando alguien lo invita a tomar un mate, ya sea amargo o dulce, usted no puede decir que no, porque ésa es la máxima muestra de cariño que un patagón le puede hacer.