LOS DESAFÍOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA TAREA QUE TENEMOS TODOS

En nuestro continente las experiencias de las culturas precolombinas alcanzaron niveles de progreso y desarrollo admirables. La síntesis que hicieron, por ejemplo, los Incas de sus antecesores tuvieron el resultado de asegurar que en el imperio nadie se moría de hambre. Hoy día, nos enfrentamos a un nuevo proceso de adaptación. Pero más difícil. Lo invitamos a continuar leyendo la columna de Víctor Vargas, Director Regional de INDAP Magallanes.

Autor: Indap

Magallanes

La historia de la agricultura es la adaptación del hombre al clima.  Un progreso expresado en técnicas para controlar la irrigación, disponibilidad del agua y asentamiento en distintos espacios geográficos.

En nuestro continente las experiencias de las culturas precolombinas alcanzaron niveles de progreso y desarrollo admirables.  La síntesis que hicieron, por ejemplo, los Incas de sus antecesores tuvieron el resultado de asegurar que en el imperio nadie se moría de hambre.

Hoy día, nos enfrentamos a un nuevo proceso de adaptación.  Pero más difícil.  Ya no es la naturaleza la que propone estados climáticos de forma paulatina y predecible, ahora los cambios son antropogénicos, es decir, generados por la intervención del hombre.  Desde el industrialismo abrazante hasta el consumo enajenante hemos ido mermando e interviniendo descontroladamente, en muchos casos, el entorno, el  impacto bautizado como efecto invernadero preocupa.

Estudios y científicos de todo el orbe revelan la inminente tragedia, con predicciones.  Ahora se trata de cambios que pueden intensificar no sólo las condiciones climáticas medias normales dentro de las que históricamente se ha dado el desarrollo de la agricultura, sino también la frecuencia y la magnitud de las variaciones extremas, limitando las posibilidades de adaptación.

Más aún.  El aumento irrestricto de las emisiones de gases está subiendo la temperatura del planeta. Las consecuencias incluyen el derretimiento de glaciares, el aumento de las precipitaciones y de la frecuencia de eventos meteorológicos extremos, y modificaciones en las estaciones del clima. El ritmo acelerado de cambio climático, junto con el aumento de la población y de los ingresos a nivel mundial, amenaza la seguridad alimentaria en todas partes.

No obstante, el tema del cambio climático ha recibido poca atención en la agenda de políticas públicas del sector agropecuario. Con pocas excepciones, en la mayoría de los países de la región el tema está radicado en los Ministerios de Medio Ambiente, o en comisiones interministeriales coordinadas por éstos. Pero la situación está cambiando. Así lo evidencia, en el ámbito político, la prioridad que ha tenido el tema en reuniones de ministros de agricultura de la región. Y en el ámbito técnico, la creación de grupos de trabajo, unidades de cambio climático y arreglos similares en Ministerios de Agricultura y organismos regionales del sector.

En un contexto de clima variable, la capacidad de transformar la agricultura para alimentar a una población creciente, sin perjudicar la base de recursos naturales no sólo permitirá alcanzar los objetivos de seguridad alimentaria sino que también ayudará a mitigar los efectos negativos del cambio climático. Una agricultura más productiva y resistente requerirá una mejor gestión de los recursos naturales, como la tierra, el agua, el suelo y los recursos genéticos a través de prácticas como la agricultura de conservación, el control integrado de plagas, la agroforestería y las dietas sostenibles.