Ganadera y artesana aymara Rosa Jiménez representa el espíritu campesino de Arica y Parinacota

Autor: Indap

Arica y Parinacota

Cada 28 de julio INDAP Arica y Parinacota el Día del Campesino con un emotivo encuentro en el que se destaca la labor de quienes día a día se levantan junto al sol para trabajar la tierra y así cultivar los productos que alimentan a diario a los habitantes de todo Chile. Este año no se pudo llevar a cabo, por lo que compartimos una historia ejemplar que representa el espíritu de las mujeres y los hombres que mantienen viva la vida rural y la fortalecen día a día en esta región nortina.

La gran y permanente sonrisa de Rosa Jiménez Mamani habla por sí sola. Es una mujer orgullosa de sus raíces aymara, de su tierra, sus costumbres y de trabajar como ganadera y artesana. Es participante del Mercado Campesino de INDAP y del Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI) e integra un grupo de artesanos que están iniciando una alianza productiva con Artesanías Chile (con financiamiento de INDAP y los propios usuarios). Además este año fue acreditada con el Sello Manos Campesinas.

Rosa nació y fue criada en Guallatire, donde su familia se dedicó a la crianza de animales desde siempre. A los 13 años se fue a Arica a estudiar, pero no pudo terminar el proceso porque siendo la hermana mayor tuvo que volver a trabajar y así ayudar a su familia, por lo que nunca se desvinculó de su territorio. 

“Desde que nací tengo mi crianza. Recuerdo andar con las ovejas, sacar leche, hacer quesos y criar gallinas y chanchos. De niña comencé a hilar; llevaba en la espalda mi aguayo y donde podía hilaba un poco. Mi mamá me preguntaba para qué tanto material, si pensaba que lo iba a hilar todo, y yo le respondía que sí y llegaba solo con un poquito de lana hilada”.

Al casarse se alejó de la artesanía para dedicarse a la crianza de sus hijos que hoy viven en Santiago y a quienes les heredó sus tradiciones. “Están orgullosos de ser aymara”, dice.

Actualmente Rosa vive entre Arica y Guallatire, pero “ahora que mis hijos están criados y soy viuda” le dedica más tiempo al cuidado de sus animales en el Altiplano. “Cuando quedé sola, hace 16 años, la artesanía fue una oportunidad de sustentarme, porque tenía tanto la materia prima como el conocimiento. Aunque esos ingresos no lo fueron todo, sí me ayudaron a mantenerme y me siento orgullosa de, tal como cuando era niña, llevar mis materiales en el aguayo a la espalda e hilar cuando puedo”.

En cuanto al apoyo de INDAP, indica que ha sido muy importante: “es una de las instituciones que más me ha ayudado y cooperado en el desarrollo de mi trayectoria como artesana. Gracias a ellos he viajado y me he capacitado como artesana. También me han dado el espacio físico para vender mis productos, pero no solo a mí, sino que es fundamental para el desarrollo de la vida campesina en todos sus aspectos”.

En un mensaje a las generaciones futuras, Rosa dice: “Los animo a volver a sus lugares de origen y rescatar y explotar la riqueza que tenemos, porque hay mucho por hacer en ganadería, agricultura y artesanía”.