Funcionario Ángel Valles se despidió del Área Doñihue: “trabajar en INDAP fue mi sueño cumplido”
Autor: Flor Vásquez
Zona Central O'HigginsEmocionado, pero sereno y contento, Ángel Valles Espinoza, con 36 años de trabajo en INDAP y miles de anécdotas, historias y recuerdos, se acogió a retiro y recibió una cálida despedida de sus compañeros de trabajo de la Agencia de Área Doñihue, región de O’Higgins, y del director regional de la institución, Braulio Moreno.
Doñihuano, casado con Inés Herrera, padre de cuatro hijos –todos profesionales– y abuelo de cuatro nietos, Ángel Valles conoce bien y se siente parte del mundo rural. Recordó que en una época recorrió los campos de Doñihue y Coltauco repartiendo pan. Tiempo después, ya con el título de ingeniero agrónomo, ingresó a INDAP y asumió el desafío de partir a Chile Chico, donde llegaba en bote, a caballo o en jeep a los campos de los agricultores. Luego se trasladó a Alto Palena y desde septiembre de 1988 a octubre de 1995 se empapó de la lluvia y la magia de Chiloé.
De esos años recordó que “trabajé en las oficinas de Achao y Quemchi, donde a menudo enfrenté la lluvia horizontal por el viento, por lo que el paraguas no me servía y asistía empapado a reuniones con usuarios y pobladores rurales. Logré conocer 18 islas de Chiloé en mis cometidos, navegando con mis compañeros, donde a veces nos tocaba librar una tormenta y pasar la noche en una pequeña isla; ahí conocí el silencio una noche cuando llegó la calma”.
Agregó: “Transité por senderos peatonales inhóspitos, en medio de bosques, en busca de alguna casa donde me indicaran la ubicación del usuario que buscaba, esperando no encontrarme con algún personaje mitológico chilote que me llevara al inframundo, excepto La Pincoya. Visité una isla donde muchos de sus habitantes huilliches tenían los ojos celestes, por ser descendientes de náufragos europeos de la época de la colonia española”.
Cargado de historias y vivencias, a fines de 1995 regresó a la región de O’Higgins para continuar su trabajo en la agencia de área de Lolol y después en Las Cabras; culminando su trayectoria en la agencia de área de Doñihue.
Le gusta leer, escribir, dedicar horas a sus plantas y elaborar su propio vino. Cumplió el sueño de publicar dos libros de poesía y de seguro seguirá escribiendo esas historias campesinas que ha rescatado a lo largo de sus 36 años en INDAP.
Al expresar su gratitud, Ángel Valles dijo que “trabajar en INDAP fue mi sueño cumplido, me compensaron por ayudar a tanta gente de la Agricultura Familiar Campesina y recibir tanto cariño de ellos; es impagable y me voy muy feliz. Les digo a los funcionarios que la satisfacción del deber cumplido es el tesoro más valioso que pueden llevar en su corazón”.
Gracias, Ángel, por el ejemplo de vida y su compromiso y trabajo con la Agricultura Familiar Campesina e Indígena.