Estrella Pérez y Francisco Cárcamo llevan más de ocho años produciendo choclos dulces en la Patagonia
Autor: Cristián Morales
Zona Austral Mercado Magallanes- Pareja de Punta Arenas tiene listos y arreglados sus invernaderos y espera a fines de agosto o comienzos de septiembre iniciar el proceso de cuidado de los plantines de mazorca para cosechar el 20 de febrero. Ese día, los clientes que encargaron con meses de antelación llegarán a buscar este inédito producto.
Estrella Pérez y Francisco Cárcamo llevan más de ocho años produciendo choclos dulces en Punta Arenas. Empezaron como una prueba, tímidamente pero llenos de convicción, a pesar de las advertencias de conocidos y expertos que les decían: “¿Choclo en Punta Arenas? Imposible”. Este cultivo requiere al menos cuatro meses de sol, temperaturas que no bajen de los 10 grados Celsius, suelos con pH neutro y abundante agua para riego, condiciones difíciles de conseguir en el extremo austral. Sin embargo, la pareja desafió lo imposible y ahora tiene una técnica perfeccionada, con plantines que ellos mismos producen y que trasplantan en octubre a un invernadero de 180 metros cuadrados.
“Plantamos lechugas entre los choclos para aprovechar todo el espacio”, cuenta orgullosa Estrella Pérez, mientras su marido comenta que han llegado a tener más de 1.200 plantines.
Cuentan con tres invernaderos: dos de 120 metros cuadrados y uno de 180 metros cuadrados, este último adquirido gracias al convenio entre el GORE e INDAP en 2017. En esta infraestructura, los choclos crecen hasta el tope, transformando el lugar en una verdadera selva de mazorcas.
Los plantines los preparan entre agosto y septiembre, y se trasplantan hacia fines de octubre, para cosecharse el 20 de febrero. Ese día los clientes van a buscar a la parcela el pedido que hicieron con varios meses de antelación.
“Lo mejor es que son dulces y antes de cosecharlos ya los tenemos pedidos. Muchos clientes los congelan y guardan. Estamos contentos con los resultados”, explica Pérez.
"La innovación en la agricultura de Magallanes es un claro ejemplo del esfuerzo y la dedicación de nuestros agricultores, quienes no solo enfrentan desafíos climáticos, sino que también buscan constantemente nuevas formas de cultivar y mejorar sus productos. La producción de choclo dulce es una prueba más de su capacidad para innovar y ofrecer productos de alta calidad que benefician a la comunidad", resalta Gabriel Zegers, director regional de INDAP.
También apunta que "vivimos tiempos en que se superan los imposibles; por ejemplo hoy tenemos kale de distintas variedades e infinidad de productos que enriquecen la dieta y aportan a nuestra soberanía alimentaria. Los agricultores se han ganado un espacio en la comunidad y es necesario apoyarlos".
Por su parte, Rocío Castro, jefa del Prodesal de Punta Arenas, resalta el esfuerzo de los agricultores y la capacidad de innovar, superando las adversas condiciones climáticas de la zona: “La evolución ha sido maravillosa, cada año es mejor, ya que han ido perfeccionado su técnica de cultivo. Al inicio fue difícil, porque no sabían nada de la producción de choclos; fuimos probando varias semillas, hasta que llegamos a la indicada, al método de plantación, a la mejor época de trasplante, a la cantidad de agua y a la fecha de cosecha”.
Asimismo, recomendó este choclo dulce, también conocido como maíz tierno. “Se distingue por su sabor dulce y jugoso. A diferencia del maíz tradicional, este tipo de choclo tiene granos más tiernos y una textura más suave, lo que lo hace ideal para consumirlo fresco, hervido, asado o en ensaladas. Su dulzura proviene del mayor contenido de azúcares en los granos, los cuales, al morderlos, liberan un jugo dulce y refrescante”, precisó Castro. Además, el choclo dulce es una gran fuente de fibra, vitaminas y minerales, lo que lo convierte en una opción nutritiva y deliciosa para cualquier comida.
En esta nueva temporada, Estrella sigue al pie de la letra los consejos de los profesionales del Prodesal de Punta Arenas y su propia experiencia: Mantener una distancia de 30 a 40 centímetros entre plantas y de 70 entre líneas, protegerlas con mallas antiheladas y dedicar un invernadero especial para crear plantines.
La historia comenzó en 2016 y su esfuerzo dio frutos, tanto que sus choclos cazueleros se hicieron conocidos a nivel mundial y a través de medios regionales y nacionales. Incluso la FAO publicó su historia como un ejemplo a seguir. Hoy, Estrella y Francisco sienten que el tiempo les ha dado la razón: “Sí es posible cosechar choclos en el fin del mundo”.