Estancias emblemáticas y el amor a la tierra de un pionero olvidado

Autor: Indap

Magallanes
Thomas Saunders inspira a la sangre pionera y su vida refleja el amor a la tierra, porque uno es de donde elige estar y no necesariamente del lugar en que le tocó nacer.  Curiosamente su tumba no integra ningún circuito turístico y los cercos gastados, y el pasto largo, testimonian la poca importancia que tiene a veces el patrimonio a los ojos de la historia.
 
 
En el otro extremo del planeta un puñado de hombres y mujeres de esfuerzo soñaron la tierra prometida. En su mayoría llegaron impulsados por la política migratoria del gobernador Óscar Viel, otros encandilados por las historias de oro o la ilusión de erigir un destino de fundadores.  Al arribar a Punta Arenas, un terreno pantanoso, con quebradas y bosques salpicados les dio la bienvenida, sólo a través del trabajo incansable y una perseverancia a toda prueba lograron transformar el difícil terreno en un pequeño trozo de la vieja Europa. Desde ahí, enfilaron rápidamente a colonizar otros sectores de la Patagonia.

Uno de ellos fue Thomas Saunders. 

A la altura del kilómetro 12, siguiendo la ruta Y50, asoma una leve colina, con pinos despeinados por la fuerza constante del viento, protegidos con un cerco de madera.  En ese lugar, yacen los restos del pionero Thomas Saunders, colono escocés que arribó el año 1883 y que encarna el espíritu pionero de la zona. 

Saunders nació en Fifeshire, Escocia, el 11 de noviembre de 1858.  A los 18 años de edad parte rumbo a las Islas Falklands, ahí aprende todo lo necesario en la crianza de ovinos y bovinos, información vital que aplicaría más tarde en Río Verde.
 
A los pocos meses de su arribo a la región, cuando recién había cumplido 25 años de edad, funda la Estancia Otway y utiliza todos sus conocimientos, generando y compartiendo innovaciones en la ganadería local.

La estancia de Thomas Saunders, “Otway”, junto con “Entrevientos”, de la familia Roux fueron los establecimientos ganaderos de mayor superficie en el continente y gozaron de un gran prestigio por la calidad de su ganado lanar. 

Reconocido en la prensa por sus aportes, Thomas Saunders participa activamente en la vida social de la época y ayuda a fundar el Cuerpo de Bomberos y el Rotary Club, entre otras organizaciones de bien público.

Pronto a cumplir los 70 años padece una extraña enfermedad. Viaja a Londres con la esperanza de recibir una atención médica oportuna, pero no lo logra y fallece el 30 de junio de 1928.

En su testamento dejó escrito que quería descansar en las tierras australes, en el territorio donde baila el viento y las olas del mar de Otway parecen ovejas saltando en planicies azules.

Saunders fue embalsamado y enviado a Punta Arenas en el vapor Orita.  Una vez en la ciudad austral recibió las honras fúnebres en la iglesia Saint James, con presencia de las autoridades locales, amigos y organizaciones de beneficencia.

El 21 de diciembre de 1928, finalmente sus restos fueron guiados por deudos, un batallón militar, escuadras de las distintas compañías de bomberos, y centenar de curiosos hasta el cementerio municipal de Punta Arenas. Desde ahí sólo los más cercanos lo acompañaron hasta la estancia donde fue sepultado.

Thomas Saunders inspira a la sangre pionera y su vida refleja el amor a la tierra, porque uno es de donde elige estar y no necesariamente del lugar en que le tocó nacer.  Curiosamente su tumba no integra ningún circuito turístico y los cercos gastados, y el pasto largo, testimonian la poca importancia que tiene a veces el patrimonio a los ojos de la historia.

Su tumba solitaria es la puerta de entrada a la zona de Río Verde; aunque administrativa y territorialmente corresponde a Laguna Blanca, esto porque los límites comunales fueron establecidos recién el 28 de noviembre de 1980, por el Decreto Supremo 1407, el mismo que dio vida al municipio.

En Río Verde descansa parte de esa historia.  Una comuna que se ubica a  95,5  kilómetros al norte de Punta Arenas,  y que hoy no sólo es la devoción a la Virgen de  Montserrat, leyendas monumentales o un paisaje que  hipnotiza. Ahí está vivo el patrimonio social y cultural de un territorio productivo, la historia indígena y la ganadera, esta última presente en una arquitectura visual que sorprende al visitante, con 25 estancias en el continente y otras 32 en Isla Riesco. En total son 13.597 kilómetros cuadrados de superficie.

Para acceder a la comuna es necesario avanzar por la ruta 9 norte y a la altura del kilómetro 49, tomar el desvío de ripio que dirige hacia el seno Otway, la ruta Y50.  En vehículo la travesía desde Punta Arenas dura cerca de una hora aproximadamente. 

En el pasado, el viaje a caballo podía tardar 2 ó 3 días, con descanso en el sector de Cabeza de Mar, también era habitual para capear el mal clima una tregua en Río Pescado. No obstante, los escudriñadores de la historia coinciden en apuntar que Río Verde tiene vocación marítima. De ahí que bien podría definirse también como un “Maritorio”, una especie de carretera natural de canales que desde los tiempos ancestrales permiten conectar el territorio austral. Desde esa óptica, la zona tiene una incidencia gravitante en la proyección marítima y oceánica del país.  

En la década del treinta, los barcos demoraban 24 horas aproximadamente en su viaje hasta Punta Arenas y cuando apareció por primera vez el vehículo, la travesía fácilmente podía durar tres horas.

El arduo trabajo de los colonos fue coronado con éxito.  Pero a la vez despertó el interés de otros capitales.  Al iniciarse el Siglo XX, llegaban a término las mayorías de las concesiones de arrendamiento, comenzó así una pugna entre los pioneros y quienes aspiraban a convertirse en estancieros. 

Imagen eliminada.


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