El aguaymanto llegó desde el Valle Sagrado de los Incas para quedarse en precordillera de Putre

Autor: Indap

Arica y Parinacota

“Tengo la sensación de estar haciendo algo grande”, dice Milena Apata Subieta cuando cuenta su historia como agricultora y cómo fue que se decidió a plantar aguaymanto en Saxamar, pequeña localidad de la precordillera de Putre, que se ubica a 162 kilómetros de Arica y a 3 mil metros sobre el nivel del mar.

La joven, quien forma parte del Programa de Desarrollo Territorial Indígena INDAP-Conadi (PDTI), se decidió a cultivar esta planta -originaria de Perú y conocida como una fruta nativa desde la época de los Incas- a sabiendas de que podría quemarse con la helada de Parinacota. “Este fue un desafío, porque sabíamos que la planta podía o no dar, pero igual quisimos hacerlo, quisimos atrevernos”, agrega.

Pese al temor latente, Milena y su madre, Olivia Subieta, apostaron por el cultivo de aguaymanto, también llamado Capulí, con la idea de innovar dentro de la comuna y así dar un mayor valor agregado a los productos de Parinacota.

“Sabemos que es un cultivo nuevo, que aquí tiene un clima parecido a su lugar de origen y que es un fruto con muchas propiedades. Por eso, fue un desafío como agricultora, para innovar dentro de la comuna, potenciarla y dar un valor agregado a nuestros productos. También lo hicimos para cumplir los sueños de los adultos mayores, que es lo que más abunda en este territorio”, destacó Milena, quien además forma parte del Programa Yo Joven y Rural de INDAP.        

Por su parte, José Luis Rivas, director regional (s) de INDAP Arica y Parinacota, destacó el esfuerzo de los usuarios y usuarias de precordillera, “ya que, a través de la innovación, con la incorporación de nuevos cultivos, han logrado darle más vida al territorio, rescatar las tradiciones agrícolas de sus padres y usarlas para favorecer a la Agricultura Familiar Campesina de la provincia”.

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Innovación agrícola

“Ésta es una planta que se cultivaba preferentemente en los jardines de los nobles en el Valle Sagrado de los Incas y que se puede consumir fresca o en ensaladas, dándole un toque agridulce a las comidas”, explicó Luke Crossley, investigador de Agricultura Andina Sustentable del Centro de Investigación del Hombre del Desierto (CHIDE).

“El aguaymanto permite obtener una alta gama de productos procesados, tales como mermelada, yogur, dulces, helados, conservas enlatadas y licores; y también sirve de elemento decorativo para presentaciones gourmet”, agregó el profesional, quien estuvo a cargo de dictar el taller “Cultivo de Capulí en la precordillera de Arica y Parinacota” para 30 usuarios y usuarias del PDTI.

Fue en el marco de estas capacitaciones que Milena Apata se atrevió y decidió aprovechar el invernadero bajo el cual plantaba hortalizas para comenzar a trabajar junto a su madre, de quien rescató sus técnicas tradicionales y las mezcló con sus nuevos conocimientos, con un éxito comprobado.

“Esta es Agricultura Familiar Campesina porque yo y mi mamá trabajamos el cultivo (…) como el tema del amarre, levantamiento, podación, apertura de centro, tiene su trabajo. Así que mi mamá es la persona que me da el apoyo y juntas estamos haciendo algo grande”, destacó la joven.

Respecto al futuro del aguaymanto, Milena rescató las buenas proyecciones que tiene la planta: “Dura tres años, entonces nos permite tener un ingreso durante ese tiempo, porque las hortalizas no te dan el mismo tiempo, son agricultura de temporada, por el descanso de la tierra y los cultivos. El aguaymanto nos va a ayudar mucho económicamente y tenemos la idea de crecer, de traer arándanos, frutillas y cosas nuevas para probar”.

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