DE FLORISTA A MICROEMPRESARIA INDIGENA Y AGRICOLA

Hace poco más de cinco años vendía en frontis del cementerio de Copiapó. Hoy abastece a la mayoría de las florerías de la ciudad.

Autor: Indap

Atacama

A simple vista el local de flores ubicado en el supermercado Unimarc de El Palomar parece uno más en la fila de stands. Sin embargo, una de sus arrendatarias, Alejandra Cardozo, ofrece liliums  propios que produce en su parcela de Serranía Poblete, distante a unos 20 kilómetros de la urbe.

Atrás quedaron los tiempos en que esta esforzada y joven agricultora colla comenzaba  a comprar y vender en el frontis del cementerio municipal. Hoy tiene  grandes proyectos con su producción de lilium en la comunidad indígena a la cual pertenece y de la que se siente agradecida.

“Vendía flores en la salida del cementerio hasta hace unos cinco años, época en la cual tenía que salir a vender sola en el local de mi suegra que había fallecido y me tocó asumir la venta del local. Eran años complicados porque el negocio no daba mucho, y teníamos que comprar a precios parecidos todos sin poder aspirar a mayores ingresos. Además – comenta- era un lugar peligroso y a veces nos quedábamos hasta tarde preparando cosas para el día siguiente. Quise dar un cambio en mi vida y en la de mi familia pero sin dejar el rubro. Cuando salió la posibilidad de irme del supermercado no lo dudé y nos pusimos varios locatarios del cementerio de acuerdo para pagar el arriendo. Sin embargo, sabía que algo me faltaba. Seguíamos comprando afuera nuestras flores hasta que postulé el año 2010 a un terreno en lo que es hoy Serranía Poblete a través de la comunidad indígena y ahí vino el verdadero cambio. Con los primeros invernaderos en el año 2011 comencé a sentir que podía dedicarme a algo que verdaderamente me gusta y de paso ayudar a mi familia y a mis hijas a estudiar. Siempre me han gustado las flores y quise enfocar todos mis esfuerzos en ello. La producción actual ha permitido rebajar los costos que implica el arriendo de locales comerciales y me ha dado la posibilidad de crecer como comunera indígena”.

“La idea de mantener el local que tenemos en Copiapó es que no quiero perder un espacio de comercialización real y concreto para vender mis flores. Al principio tuve bastantes problemas para la producción sobre todo con la escasez de agua y mediante algunos proyectos que postulé, se abrieron muchas puertas para tener más y mejores clientes. Además tuvimos que probar toda clase de variedades como alstroemerias, claveles, gladiolos, pero el Lilium consiguió adaptarse mucho mejor a las condiciones climáticas de Serranía Poblete. En INDAP me adjudiqué proyectos de suelo que me significó reducir bastante los costos de abono para los invernaderos, y pienso seguir creciendo y ampliando mis canales de comercialización. Pero en la vida de Alejandra Cardozo la palabra clave después del emprendimiento, es la capacitación. Cuenta que gracias a los talleres con algunas empresas mineras en los cuales ha encontrado inmejorables contactos en cadenas de supermercados. “Me gané la posibilidad de estudiar en Antofagasta por un diplomado de negocios que estoy realizando en estos momentos y pude hacer varios contactos con empresas y supermercados en esa ciudad. Me vine con excelentes noticias de allá porque en Antofagasta los supermercados demandan bastante flores frescas y siempre deben acudir a comprar a más bajo costo, lo que me significa vender a un buen precio”.

Alejandra siente que ha sido afortunada, pese a que ha debo multiplicarse en el tiempo que le dedica a su negocio, para compatibilizarlos con la familia. “Tengo a una de mis hijas estudiando en la universidad, y con mi mamá y mi esposo nos debemos turnar para sacar la producción semanal de flores a tiempo. Hemos tenido un buen  aprendizaje pero en la comunidad hay también vecinos que nos ayudan con el riego en los invernaderos cuando no podemos. La vida de este negocio le he superado con gusto y alegría y me gustaría que a futuro la gente pudiera venir a visitarnos para saber cómo se cosechan las flores o cómo son nuestras costumbres como Colla o que vinieran a hacer turismo rural junto a nosotros”.