CHILE ENTERO LLORA A MARGOT LOYOLA, GRAN AMIGA DE LOS CAMPESINOS

Cuando su frágil cuerpo más que nonogenario avanzaba por los corredores de la feria que celebraba el Día de la Alimentación, en abril de 2009, los aplausos y demostraciones de cariño brotaron entusiasta y espontáneamente. Aceptaba la invitación de INDAP que homenajeaba a los pequeños agricultores, su pueblo, su “razón de ser”, como dijo en la ocasión.

Autor: Indap

Nacional

Era el mes de abril de 2009 y la folclorista quiso estar presente. En medio a una multitud que esa helada mañana se congregaba en el Paseo Bulnes de la capital supo de su sonrisa franca, de su beso gordo junto a la mejilla de quienes la saludaban, de su abrazo afectuoso junto a los “Chacareros de Paine”, de su gente que con aplausos la reconocía como una de las grandes entre las grandes artistas del país.

En aquella oportunidad compartió junto a la entonces ministra de Agricultura, Marigen Hornkohl, el agradecimiento que públicamente se le hacía al trabajador y trabajadora del campo. “Estoy en casa, dijo en aquella oportunidad, porque nadie mejor que los campesinos representan mejor nuestra chilenidad”.

Pero hoy se fue. Como se van los que no mueren, los que vivieron con intensidad todos los días de su vida. Con el coraje de la mujer chilena que “no le baja el moño a naiden”. Como Violeta, Gabriela Pizarro, Anita González, “la Desideria”, y tantas otras que marcaron la historia del país por décadas arriba de las tablas o compartiendo en una humilde casa el saber popular y recopilando lo que hay de mejor entre nuestras mujeres campesinas.

Por eso el gobierno abrió las puertas al más bello local para que su pueblo la despidiera. El Centro Cultural Palacio de La Moneda. Allá se congregan artistas, estudiantes, trabajadores, folcloristas, cantores populares, payadores, vendedores de “motemey calientito”, su gente, la más humilde y la más “letrada”. La que la siguen a lo largo de su extensa vida artística e incluso los nuevos valores de la canción chilena que han hecho de su arte la razón de su trabajo.

Por eso hoy el cielo se llenó de cuecas, tonadas y parabienes. En la puerta la esperaban las que la antecedieron, las que como ella jamás negaron su origen, las que ni la dictadura hizo callar su voz, las que hicieron de su vida un ejemplo de humildad, de amor, de entrega por los más humildes.