ATACAMA A 3 MESES DEL ALUVIÓN: PRODUCTORES COMIENZAN A ALZAR VUELO DE LA MANO DE INDAP

Un matrimonio de pajareteros de Alto del Carmen, testigo de la muerte y la destrucción, refleja las penas y el tesón de los casi 900 productores ligados a INDAP afectados en los fatídicos aluviones de marzo. Aún con lágrimas, dan el ejemplo desde un muy productivo viaje a Santiago.

Autor: Indap

Nacional

Estación Mapocho. La feria de productores y cocina Chile a la Carta está repleta de visitantes que recorren, degustan, conversan y vuelven a casa con más de alguna delicia. Es una tarde de mayo y el sol, que aún resiste al invierno, resalta el dorado de los rostros de Hermina Fajardo y Guillermo Irirarte en este diálogo sentados en una escalera a pasos del local que atienden junto a otros miembros de la Sociedad de Pajareteros de Alto del Carmen, los que llegaron a este encuentro en su calidad de usuarios de INDAP.

Vienen del barro y la tragedia. Menos de dos meses antes esta pareja de pequeños agricultores sufría en su predio de La Majada, en el valle de San Félix, los embates de las lluvias más potentes que han visto en la zona en 50 años y junto con ellas los aluviones que arrasaron con casas, siembras y canales con especial violencia en Atacama. 

Se les quiebra la voz y dejan caer algunas lágrimas al recordar al matrimonio Larraín Tagle, cuya desaparición y muerte junto a su hijo, llevados por la crecida del Río El Carmen, es la más triste imagen que guardan de esos aciagos días de tempestad, destrucción y extenso aislamiento.

Esperábamos con ansias las lluvias porque llevábamos años de sequía. Nuestro valle se estaba prácticamente secando, pero nunca imaginamos que sería tan terrible. Fueron 3 días, día y noche, de lluvia y mucha agua. Estuvimos aislados alrededor de 15 días, sin agua, sin luz, sin contacto con nuestras familias en Vallenar y en las otras regiones. Muy asustados”, recuerda Hermina. 

Su esposo completa el relato de ese duro escenario: “En una media hora llovió mucha agua y los granizos eran inmensos, eran como una pelota de pin pon. Fue extremo, terrible, porque nosotros esperábamos agua ya que llevábamos como 10 años en sequía, pero nunca tan fuerte y tan destructiva. No hubo cómo hacerle el quite y sólo veíamos el desastre”.

Las quebradas comenzaron a bajar como a las 6 de la tarde. Nosotros contamos hasta 8 veces y cada media hora estas oleadas. Como que la nube se paró ahí arriba del valle y dejó la escoba. Bajó la quebrada y trancó el río, así es que se produce una laguna inmensa que nos aterró las plantaciones. Quedaron cubiertos casi todos los canales”, señala.

El terreno de esta familia mantenía la bodega en que los 11 integrantes de la Sociedad de Pajareteros guardaba, secaba y procesaba los 12 mil kilos de uva cosechada este año y que se perdió casi en su totalidad debido a la humedad y el apagón que les impidió el secado. Además se aterraron los parrones pisqueros y los árboles de paltas y duraznos.

LOS AMIGOS DE INDAP QUE TRAEN EL PRIMER ALIENTO

Siembras arrasadas y fuentes de agua interrumpidas fue el sufrimiento común para esos 900 pequeños agricultores y crianceros atacameños que además intentaban encontrar alimento para los animales. Sin comunicación, y con algunos incluso buscando senderos por los cerros para salir del caos y dar con sus familiares en otros pueblos, lo que sigue es el miedo y la incógnita por el futuro de su fuente de trabajo.

Así las cosas, abrir caminos, suplir las necesidades básicas y restituir las fuentes de agua, es la urgencia inmediata y el capítulo en que aparecen con un rol relevante los funcionarios de INDAP, los mismos con los que estos campesinos se relacionan intensamente, los que día a día los asesoran técnica y financieramente, los ayudan a hacer crecer cultivos y animales y a pensar en proyectos que los lleven a las vitrinas fuera de San Félix.

La mujer recuerda que “en primera instancia la preocupación de nuestra alcaldesa (Carmen Bou) y los vecinos fue tratar de abrir los caminos para que las personas pudieran subir y bajar a Vallenar. Y luego lo fuerte fue la limpieza de canales de regadío, porque si no teníamos agua no podíamos seguir regando nuestra producción…O lo que quedaba de ésta”.

“En eso estamos hoy día y los que más han estado cerca de nosotros han sido de INDAP”, enfatiza. “¿Por qué lo siente así?”, le preguntamos. Responde que “son los únicos que al otro día que se empezaron a abrir los caminos, empezaron a llegar a nuestras casas y aunque no fueran personas (usarias) de INDAP igual las ayudaron”.

Iriarte piensa en los agricultores que hacia fines de mayo todavía no podían ocupar el agua y destaca que, junto con la gestión del Ministerio de Obras Públicas y Vialidad, los equipos de INDAP se concentran también en el despeje de los 98 canales. “Van por etapa y contratando gente, mano de obra, maquinaria pesada. Es difícil, pero estamos luchando juntos”.

FRENTE EN ALTO PARA SEGUIR ENCANTANDO A LOS CLIENTES

Vasitos con un corto del pajarete (ese licor parecido a los late harvest que hasta ha sacado medallas internacionales) sirven a cada uno de los que llegan a la Estación Mapocho y se detienen frente a su local. Muchos de estos, que ni imaginan toda la pena que arrastran estos expositores,  caen rendidos a su alcohol de dulce sabor “natural” y se lo llevan en esas cristalinas botellas con el nombre de Vendimia del Desierto.

En este triste escenario parece esperanzador venir y exponer en una feria. Herminia  asiente y complementa: “Para los pajareteros la instancia número uno es salir a ferias. Nosotros vendemos nuestros productos y nos empezamos a dar a conocer gracias a la ferias acá en Santiago como en otras regiones”.

Bajo su sombrero, Guillermo, reafirma esa misma idea: “Para nosotros, para agricultores como nosotros que estamos tan lejos de las ciudades, además del apoyo para enfrentar estas emergencias, la mejor ayuda es ayudarnos a vender”.

La Sociedad de Pajareteros de Alto del Carmen ya está disponible para recorrer ferias y mercados y no tiene dudas en que pese a la muerte, a las piedras y el barro, continuará incluso con sus redes en el extranjero: “Ahora estamos exportando vino a Honduras. Es una gran instancia porque somos muy chiquitos, somos unas Pymes y exportar para nosotros fue un logro grande”.

El hombre insiste en valorar la gestión de esta entidad del Ministerio de Agricultura: “Damos las gracias a INDAP porque en nuestro desarrollo nos ha apoyado en los estanques de acero inoxidable, en maquinaria, ahora nos apoyó para que pudiéramos comprar otro poco de uva y eso es un gran alivio para los pequeños agricultores”.

Siempre nos levantamos. En Chile hay volcanes, hay terremotos, hay aluviones, pero igual nos paramos de una u otra manera”, enfatiza. El diálogo termina. Hermina y Guillermo miran a su hija de 18 años que está en el local colaborando en la venta y vuelven raudos para atender a los varios curiosos que se agolpan. El sol aún se cuela por los ventanales de la histórica mole de acero junto al Mapocho.