Artesano Nibaldo Muñoz mantiene la tradición de confeccionar chupallas en su taller de adobe en Santa Cruz

Autor: Flor Vásquez

Zona Central Mercado O'Higgins
Nibaldo Muñoz - artesano chupallas Santa Cruz

El sector La Lajuela de la comuna de Santa Cruz, en la Región de O’Higgins, es conocido por sus sombreros de paja, las tradicionales chupallas, que forman parte de la vestimenta del campesino y que permiten protegerse de la luz directa del sol.

El arte y los secretos de su elaboración han pasado de generación en generación, aunque hoy son pocos las y los artesanos que continúan con este oficio. Uno de ellos es Nibaldo Muñoz Gómez, usuario del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP de Santa Cruz.

Muñoz cuenta que confecciona chupallas “desde siempre”. Creció viendo a sus padres Hernán y María trenzando la paja de trigo y la teatina, para luego continuar el proceso y dar forma a estos sombreros característicos de la zona central de Chile.

Agrega que “todos mis trabajos los realizo en un taller de construcción muy antigua, de adobe, adosado a mi casa. La elaboración de las chupallas es íntegramente manual, comenzando por el trenzado de la paja de trigo o teatina”.

Explica que luego de tener lista la trenza se debe destusar (cortar los extras de las uniones para que quede solo la trenza), para luego lavar en el caso de necesitar una trenza blanca o teñir con quintral (tintura natural) si lo que se quiere es una trenza gris. La intensidad del color lo dará la cantidad y tiempo que esté expuesta al quintral. Enseguida, la trenza se pasa por un rodillo para suavizarla y lograr que después la costura sea más fácil de realizar.

Nibaldo Muñoz - artesano Santa Cruz

 

Terminado este proceso se da forma al sombrero, que se pasa a llamar clocha. Ésta es bañada por una gelatina industrial (cola), que se remoja durante un día para después derretirla a calor, para dar firmeza y rigidez a la pieza. Luego se deja secar a temperatura ambiente y una vez que está seca se da la forma y medida con una horma de madera, y se le pueden agregar cintas.

Por último, la chupalla se plancha a vapor en dos oportunidades más para darle la forma definitiva al ala, y se le aplica la conformadora, para personalizarla según forma y tamaño de la cabeza de la persona que usará este sombrero de paja.

Nibaldo Muñoz cuenta que demora entre cuatro y cinco días en hacer una de estas chupallas y que una de sus preocupaciones principales en este proceso es lograr un trabajo de calidad.

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