Artesana huilliche Rosa Paillacar rescata los espíritus selknam en la Patagonia magallánica

Autor: Indap

Magallanes

Rosa Paillacar vive desde hace varios años en medio de los espíritus selknam, pequeños hombres de maderas con sus caras y cuerpos pintados de rojo y blanco, con algunas rayas negras. Su fascinación comenzó en Puerto Natales, donde vive desde los 11 años y donde comenzó a tallar a estos seres mitológicos que representan una cultura de la cual no es parte, porque su descendencia es huilliche. Sin embargo, rescata este patrimonio porque siente “que es un pueblo exterminado, igual que lo que pasó con nosotros”, y además le hicieron ganar un premio a la innovación en artesanía, entregado por FIA en la ExpoMundoRural Magallanes 2016.

Por su manos pasan los espíritus de Hain, Matan (el más malo), Ulen y Keteamenk, entre otros. Cuenta que en el principio de los tiempos eran las mujeres las que mandaban en sus pueblos, “pero se pintaban con estas máscaras para espantar a los hombres que las querían dominar. Ellos se asustaban con estas máscaras y eran dóciles”. Todo duró hasta que ellos descubrieron la treta y “las mataron a todas. Sólo dejaron a las niñas pequeñas, y ahí fueron ellos los que comenzaron a pintarse logrando que estas nuevas mujeres se sometieran a sus mandatos”.

Dice que la jefa de la tribu, “cuando descubrió esta maldad, arrancó lejos y subió al cielo convirtiéndose en la Luna, mientras su esposo, el Sol, la persigue cada día, pero ya no la puede alcanzar”.

Esta artesana, usuaria de INDAP, comenta que una de las cosas que más le llamó la atención de los selknam son sus tradiciones como el Hain, una ceremonia “donde a los niños que pasarán a la edad adulta los expulsan de la tribu para que aprendan a cazar y a sobrevivir. Volvían cuando lo lograban, convirtiéndose así en adultos”.

Todo ello lo plasma en pequeñas esculturas que pinta de rojo, semejando al barro gredoso de las comunidades; de blanco, como sería el color de la ceniza; y de negro, que era el color que daba el carbón. “Eso era lo único que tenían estas tribus para pintarse el cuerpo y hoy yo pongo esos colores lo más parecidos posibles en estas esculturas”, precisa.

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