Ana Ramírez pasó de ayudar a su madre en la feria a presidir la Cooperativa Agrícola en Quillota

Autor: Julio Díaz

Zona Central Asociatividad Valparaíso
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Son las 20 horas de un miércoles, cae la tarde y Ana Paola Ramírez Ugalde (47) todavía está en el campo familiar de 0,7 hectárea, ubicado en el sector La Palma de la comuna de Quillota, Región de Valparaíso, poniendo cintas para regar las betarragas que está sembrando. “No se puede trabajar a las cuatro de la tarde –dice–, porque el calor es muy intenso”.

Al igual que muchas mujeres de zonas rurales, la vida de Ana está marcada por el esfuerzo para salir adelante y en especial por el ejemplo de su madre jefa de hogar, Brisalia Ugalde Meza (69), feriante, de quien heredó el valor del trabajo, la responsabilidad y la honestidad. “Somos cuatro hermanos, tres mujeres y un hombre, y cuándo éramos niños ella muchas veces no comía para que nosotros pudiéramos alimentarnos. Siempre ha sido mi faro, mi referente y mi soporte”, dice.

Ana se crio en una población de Quillota y cuando terminó la enseñanza media estudió pedagogía, pero como la situación económica de la familia no era buena, dejó la carrera y se puso a trabajar con su madre: “Le iba a comprar las verduras y se las llevaba a la feria, hasta que tuvimos nuestro propio terreno, hace como 12 años”.

Divorciada, con una nueva pareja hace tres años y con dos hijos –Fabiola (28), también feriante, y Manuel (17), quien acaba de terminar cuarto medio en un liceo técnico y es futbolista de Deportes Limache­–, Ana se dedica a la agricultura desde que tuvieron su predio. Cultiva betarragas y acelgas al aire libre y tiene dos naves con rúcula, mizuna y hierbas aromáticas como romero y menta.

Usuaria del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP desde hace varios años, cuenta que apenas se convirtió en pequeña agricultura decidió hacer una producción limpia: “Siembro, saco la cosecha, dejo descansar la tierra, la abono con compost y vuelvo a sembrar”.

Ana Ramírez - Cooperativa Pachamama 2

 

En 2018, a través del Prodesal, ella y otros agricultores se organizaron para vender su producción en forma asociativa al Programa de Alimentación Escolar de la Junaeb, a través de la empresa Salud y Vida S.A., y todo comenzó a ir mejor. Dos años más tarde formaron la Cooperativa de Agricultura Limpia Pachamama, integrada por 16 socios ­–14 hombres y dos mujeres, desde veinteañeros hasta campesinos mayores de 70 años– y ampliaron sus ventas al Hospital Geriátrico La Paz de la Tarde, de Limache, y a otros mercados.

Ana se convirtió en la presidenta de la naciente organización campesina, que migró al Servicio de Asesoría Técnica (SAT) de INDAP, recibe apoyo del Programa de Asociatividad Económica (PAE) y hoy es una de las más destacadas de la zona, por sus ventas y por la adjudicación de proyectos para mejorar su labor: “Como soy buena para hablar y tengo llegada, me eligieron en forma unánime. Yo lo hago con amor, porque todos son buenas personas, trabajadores y solidarios. Los jóvenes son más tecnológicos y los viejos aportan el conocimiento. Es una mezcla que funciona muy bien”.

Gracias al esfuerzo común y al trabajo de su gestor comercial, Giuseppe Molinari, la cooperativa ha ido sumando logros: Bodegas, salas de empaque individuales y una de procesos que inaugurarán próximamente, baños, oficina y un camión con cámara frigorífica. A eso suman la compra conjunta de semillas, abonos y nutrientes. También incorporaron sistema de delivery para hacer frente a la pandemia. “La crisis nos golpeó fuerte, pero no bajamos los brazos ni el entusiasmo”, dice Ana.

“A pesar de todo el sacrificio que significa trabajar la tierra, yo soy una agradecida, pero si tuviera que pedir algo sería que no haya más zonas de sacrificio, como Puchuncaví, Petorca y tantas zonas donde no hay agua. Creo que es demasiado castigo para quienes alimentamos al país. Los jóvenes hoy no se quedan acá porque ven que sus padres no han tenido recompensa por todo su esfuerzo. Ojalá que ésta sea una prioridad de las autoridades para dignificar nuestro trabajo”, reflexiona esta mujer agricultora.

Autor: Julio Díaz Bórquez - INDAP