Agricultor de Tierra del Fuego que dormía con sus gallinas hoy cría codornices y cultiva verduras

Autor: Indap

Magallanes

Eduardo Báez Garrido (52), “El Lalo”, hoy se da una nueva oportunidad en un pequeño oasis de verduras construido a puro esfuerzo en Tierra del Fuego. “He tenido una vida bastante accidentada. Tuve que enfrentar un problema jurídico y en 2012 la verdad de las cosas es que no tenía nada. Fueron tres años en que perdí todo”, explica. Tanto así que hasta hace pocos meses dormía en un pequeño corral junto a sus gallinas. 

Aunque sólo llegó hasta quinto básico, habla pausado y con facilidad. “Estando detenido me instruí y leí mucho. Me volví a levantar gracias a un incentivo económico de INDAP, que me ha apoyado en esta nueva oportunidad que me da la vida, y también gracias a la Municipalidad de Porvenir”, afirma. 

“El Lalo” valora especialmente el apoyo de la alcaldesa Marisol Andrade, que gestionó con empresas de Porvenir el radier y los materiales para su casa propia, mientras funcionarios municipales y vecinos agricultores que integran el Programa de Desarrollo Local (Prodesal) le ayudaron en la construcción. 

“Hoy me ha cambiado la vida, mi nivel socioeconómico. Puedo vivir en un lugar digno, decente, como una persona normal. Eso habla de la gran gestión que ha hecho la alcaldesa con gente de escasos recursos que ha tenido una geografía de vida accidentada y que viene de la periferia”, dice.

Sus pares cuentan que parece una hormiga sin tregua. ¿La razón? Tiene alrededor de media hectárea sembrada con hortalizas en medio de la estepa amarilla de Tierra del Fuego, algo difícil de lograr por las bajas temperaturas y los vientos que azotan a la isla más grande de Chile durante la época estival. Tanto así que Mario Vera, dirigente campesino de la provincia, dice: “Prefiero tener trabajando al ‘Lalo’ conmigo que contar con un rotomotor agrícola”.

Los resultados del trabajo están a la vista a 2 kilómetros de Porvenir, en la parcela 14, predio Selk`nam. En el lugar, las plantaciones de lechugas, papas, acelgas, repollo, ajos y cilantro crecen bajo la sinfonía del Concierto para Piano Nº20 de Mozart que salen de una vieja radio cassette. Son las 14.30 horas y la media hectárea de Báez asoma como un manchón verde que refresca los pastizales de coirón. 

“Este terreno lo adquirí en enero de 2012. Hoy recién tengo pagado el importe que me cobraron de 5 millones de pesos y estoy en trámite de la escritura. Todo gracias a la producción de hortalizas y la venta de huevos”, explica.

Cada espacio de su terreno está pensado para sacar producción a las hortalizas. Y todos los materiales le sirven. Construyó cortinas cortaviento con desechos de cajas plásticas y maceteros con cañerías abandonadas.

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“Partí con 10 a 12 pollas, luego me inscribí en INDAP y me recibieron como usuario. Me apoyaron con un rotomotor y luego con un invernadero de 20x7 metros que me ha dado una productividad generosa. De esa manera fui adquiriendo responsabilidad con cada compromiso adquirido. Pagué moras atrasadas y seguí incursionando en la microempresa. Hoy tengo una población cercana a 200 aves de cruza, y media hectárea con cultivos al aire libre”, narra orgulloso Báez.

Pero no se queda ahí. Consiguió que le imprimieran un manual para la crianza de codornices y asumió el desafío. “El mercado va exigiendo cosas mayores. Entonces, con toda esta bonanza que uno ve en el último tiempo, tomé la decisión de incursionar en la crianza de estas aves. Si bien es una población reducida, alrededor de 18 de raza japónica, he tenido buena aceptación con los huevos, que pesan entre 10 y 12 gramos. Mi idea es aumentar esta temporada la población a 80, para abarcar las necesidades de Porvenir”, asegura.

Báez pierde su mirada en el horizonte. “Ahí comenzó todo”, apunta con la mano, y sus gallinas revolotean alrededor de una estufa a leña. “En ese espacio dormí casi cuatro años, pero ya estoy viviendo decentemente como cualquier persona después de un arduo día de trabajo. En las caídas duras de la vida, hay que aprender a levantarse, a llenarse de bríos y demostrarse a uno mismo que puede. Hoy, después de mucho tiempo, comienzo a ver esta bonanza y a luchar con el propio competidor que soy yo”, asegura.

Reconociendo el esfuerzo

El primer día que la alcaldesa Marisol Andrade vio a Eduardo Báez no le fue indiferente. Y más que conmoverse y lamentar donde dormía, inició una campaña para construirle una casa. “Cuando vi su trabajo como usuario de INDAP, me di cuenta que necesitaba vivienda, así que recurrí al apoyo de empresas que trabajan con nosotros y el aporte fue excepcional. Planos, radier, materiales y el apoyo de funcionarios municipales que estuvieron siempre dispuestos. Creo que hay que imitar y reconocer el ejemplo de la gente esforzada que lucha por salir adelante. Hoy él se siente feliz, tiene casa nueva y se da una nueva oportunidad en la vida”, sostiene la autoridad local.

Dice que también está agradecida del convenio con INDAP. “Traer el Prodesal a Porvenir ha sido un excelente aporte. Porvenir no tenía horticultura y hoy hay 40 familias trabajando de manera asociativa. Este año, con los recursos del Gobierno Regional, esperamos un gran despegue”.

El director de INDAP Magallanes, Víctor Vargas, rescata la capacidad que “Lalo” ha tenido para reintegrase a la sociedad, trabajando en un sistema de producción difícil. “Hasta hoy ha demostrado un buen reintegro a la vida, sin escatimar esfuerzos se insertó en un rubro económico desde la nada, demostrando que con actitud, sacrificio e inteligencia se pueden obtener buenos logros”.

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