Usuarios de INDAP Felipa Condori, Marta Godoy y Luis Báez reciben Sello de Excelencia a la Artesanía 2019

Autor: Indap

Nacional Coquimbo Los Lagos Arica y Parinacota

Con la emoción y el orgullo a flor de piel, los artesanos campesinos de INDAP Felipa Condori Zarzuri (Arica y Parinacota), Marta Godoy Castillo (Coquimbo) y Luis Báez Miranda (Los Lagos) recibieron este jueves, en una ceremonia realizada en el Centro Cultural Gabriela Mistral de Santiago, el Sello de Excelencia a la Artesanía 2019, por sus obras “Isi Inkuña”, “La Ronda” y “Seis piezas de cestería en ensamble”, respectivamente.

El galardón es entregado desde 2008 por el Comité Nacional de Artesanía, que integran el Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio y la Pontificia Universidad Católica de Chile, con patrocinio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y su objetivo es potenciar la artesanía chilena según criterios de excelencia, innovación, autenticidad, respeto por el medio ambiente y potencial de comercialización.

En el acto, que fue encabezado por la presidenta del Consejo Mundial de Artesanía - América Latina, Bárbara Velasco, y el subdirector nacional de INDAP, Luis Bravo, también fueron premiados otros seis artesanos: Bárbara Durán Martinoya (Antofagasta), Johana Castro Escobar (Atacama), Juan Carlos Orellana Zapata (O’Higgins), Alfonso Moya Sánchez (La Araucanía) e Hilda Díaz Salas y Atis Sáez Malinarich (Región Metropolitana).

Este año participaron 131 artesanos de 15 regiones, quienes fueron evaluados por ocho expertos y siete ganadores del Sello de años anteriores. Los seleccionados obtuvieron un certificado que avala la calidad y la autenticidad de sus obras, que serán postuladas al Reconocimiento de Excelencia para Artesanías del Mercosur.

Los felices ganadores

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Usuaria del Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI) de INDAP, la artesana y ganadera Felipa Condori Zarzuri, de Arica, fue distinguida por tercera vez con el reconocimiento. En esta ocasión fue por “Isi Inkuña”, una prenda de vestir elaborada en fibra de alpaca natural de tonos gris y café, que se usa para transportar alimentos sobre la espalda, principalmente hortalizas, y que antaño su madre Ricarda tejía por docena para intercambiar por papas, maíz y trigo en Bolivia y Perú.

La maestra de textilería aymara cuenta que nació y creció viendo artesanía y que su madre la vistió a ella y sus nueve hermanos de pies a cabeza con ropa de lana de alpaca y oveja. A los 5 años, como no tenía juguetes, su entretención era hacer telares con palitos que recogía, hilar y torcer la lana. Hoy mantiene un predio familiar en Guacoyo con 400 camélidos, teje junto a sus hijos -tres mujeres y un hombre, todos profesionales- y una nieta de 10 años y su madre de 86 años la ayuda a matizar colores y con las terminaciones. “Tejer da paz y nos permite mantener la cultura del altiplano”, dice.

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La otra “elegida” de INDAP fue Marta Godoy Castillo, de La Serena, con “La Ronda”, delicada obra escultural que rinde homenaje a los 130 años del natalicio de Gabriela Mistral y que está elaborada íntegramente con hilo de totora del predio que tiene en el sector Aguas Buenas. Son cinco imágenes de niños hechas a mano alzada con método de embarrilado y envueltas en un manto de olas, las que trabajó con el solo apoyo de una aguja para fortalecer el tejido

“Era imposible no ser artesana”, dice Marta, quien aprendió este oficio de su madre, la destacada cestera Graciela Castillo, fallecida en 2016. Con ella elaboró su primer canasto a los 8 años y la acompañó en talleres donde conoció los secretos del tejido. Ya adolescente entró a la universidad a estudiar ingeniería en minas, pero tras visitar un yacimiento salió corriendo, “porque no era lo mío”. Hoy está convencida de que tomó una buena decisión: “La cestería en totora es la artesanía por excelencia de la Región de Coquimbo y debo mantener el legado de mi madre”.

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Luis Báez Miranda, agricultor y artesano nacido y criado en el sector Puyán de la comuna de Castro, recibió el Sello por “Seis piezas de cestería en ensamble”, un set de cestas hechas con fibra de boqui pil-pil negro. Dice que se inspiró en una canción chilota, la zamba-resfalosa “Dicen que no caben” (Dicen que no caben / dos en un canasto / hagamos la prueba / con uno de Castro), y que se impuso el desafío de que los recipientes calzaran en forma armónica, manteniendo una misma textura y color.

El oficio de la cestería lo aprendió cuando tenía 11 años y debía ayudar a su madre enferma a vender las hortalizas que producían. Su vecino Manuel Saldivia, del sector Huenuco, le enseñó cómo hacer canastas para que su labor no fuera tan pesada, y le gustó. Comenzó a trabajar todo tipo de fibras vegetales, como quila, junquillo, manila, cortadera y quilineja, pulió su técnica en forma autodidacta y se hizo un nombre como artesano en su región.

Miranda cuenta que llegó solo hasta octavo básico y que para postular al Sello fue hasta el municipio de Castro, “para que me ayudaran a llenar el formulario”. Por esta misma razón le ha costado hacer clases en colegios, para difundir su arte, ya que le exigen cuarto medio. En 2016 sufrió una trombosis que casi lo deja ciego, razón por la cual su hermano le recolecta las fibras vegetales en el bosque y luego sus manos “trabajan solas”.