Productores ovinos de Tierra del Fuego conocieron exitosa experiencia de sus pares uruguayos
Autor: Indap
Magallanes
En su momento peak de producción, Uruguay llegó a tener 26 millones de ovinos. Esto favorecido por los altos precios internacionales de la lana y por una vocación concentrada en la exportación. Sin embargo, a inicios de los 90 los valores cayeron de manera abrupta y la década transcurrió con una reducción de 1,3 millones de cabezas anuales. El espacio dejado por el ovino comenzó a ser ocupado por la forestación, la soja, la ganadería bovina de carne y la lechería.
Solo en las últimas dos décadas comenzó a despertar el boom ovino y uno de los departamentos que lo lidera es Canelones, ubicado a 50 kilómetros al sur de Montevideo. Hasta allá llegaron cinco pequeños ganaderos de Tierra del Fuego, apoyados por INDAP y el GORE de Magallanes, para conocer la historia y el camino avanzado de sus pares.
El rubro ovino charrúa hoy es un referente y descansa en el trabajo asociativo de todos los actores que intervienen en la cadena, con instituciones que dan soporte técnico a la producción.
Edgardo Marcchicco (38) es uno de los productores emblema de Canelones y tiene una historia digna de imitar. Dejó de cultivar hortalizas para criar ovejas. El tránsito no fue fácil, por el miedo a depredadores como los jabalíes, zorros y perros asilvestrados. La inseguridad la solucionó con dos perros de la raza Maremmano-Abrucense o Pastor de Maremma que lo acompañan desde hace siete años y que han cumplido con creces su trabajo en el predio donde vive y produce.
En la actualidad Marcchicco posee 45 ovejas madres y dos carneros Frisona Milschschaf. En 2018 nacieron 70 corderos, un altísimo porcentaje. Dice que en su majada el 80% tiene mellizos y hay varios trillizos; lo raro son las ovejas de una cría. Los corderos los vende a fin de año, con pesos de carcasa de 17 a 18 kilos. También comercializa reproductoras, “muy buscadas”. Otro ingreso menor es la venta de lana a una barraca.
Asegura que el Fondo Rotatorio fue la base que le permitió avanzar y consolidar en su predio de seis hectáreas un modelo de negocio hasta ahora exitoso. Por espacio y terreno, su foco está en la intensividad, eficiencia y promoción de un desarrollo social y colectivo.
Fondos Rotatorios
“Si a todos los productores les va bien, todos ganamos. Tenemos que apoyarnos y avanzar juntos, y en eso los Fondos Rotatorios han sido un baluarte”, relata Marcchicco a los ganaderos de Tierra del Fuego que lo visitan.
Andrés Ganzábal, ingeniero agrónomo de INIA Uruguay, explica que la idea de estos fondos es sencilla, pero requiere de conciencia colectiva y generosidad. La historia comienza con la entrega de 13 corderos a un productor para que inicie su negocio, por parte de INIA Uruguay. “En un plazo no superior a 5 años, el productor debe devolver la misma cantidad de animales a otro ganadero que esté registrado en el fondo. Deben ser hembras sanas y con potencial”, precisa Ganzábal.
La idea comenzó en 2004 y más de 250 productores han recibido ovejas; un alto porcentaje sigue en el sector con base en el material genético original. Hay una lista de espera para beneficiarse de los fondos y un nuevo entusiasmo por revitalizar la producción ovina en el sector Canelones, que lidera el crecimiento de la República Oriental del Uruguay.
Hoy los fondos benefician a jóvenes de 15 a 23 años y son varias las instituciones que trabajan coordinadas. Otra característica es que en ellos participan las organizaciones de campesinos de manera organizada. En todos lados la frase “si a uno le va bien, todos ganamos” se repite como un eslogan de buenaventura.
Primero los perros
En la cabaña Las Brujas, en Canelones, a la altura del kilómetro 3,5 de la Ruta 48 que conecta con Montevideo, Luis Piconne, productor ovino y criador de razas caninas, defiende el trabajo de los perros pastores. De ahí que recomiende a quienes deseen incursionar en la ganadería ovina lo siguiente: “Primero son los perros, luego los pastos y al último las ovejas”.
Hasta 2002 explotó una raza de Corriedale con bastante éxito, pero bajó la cortina acosado por los depredadores y “animales de dos patas”, esto último aludiendo al abigeato. Tras incorporar al Pastor de Maremma a sus rebaños se ha convertido en unos de los defensores acérrimos del can y ha vuelto con creces al negocio ovino.
“Hoy saco 300 dólares en machos de dos dientes y 400 dólares en hembras, en corderas. Si bien hay gente que lleva corderos como reproductores, preferimos que se trabaje con borregos, ya que es un animal más adulto y permite trabajar en predios pequeños y con encierros”, sostiene.
Para Piccone, hoy todos los pequeños productores están siendo más eficientes en su sistema de producción y esa eficiencia está haciendo que se produzcan más animales: “Veo con buenos ojos la apertura de mercados, que está generando que varios productores se interesen en el rubro. Lo que nos queda es seguir trabajando en mejorar la señalada”.
Otro punto que destaca es la incorporación de la raza Frisona Milschschaf, principalmente por su capacidad de producir melliceras y la vocación de madre. En esta raza reciente, Canelones lidera y la utilizan pequeños productores del sector que practican un pastoreo intensivo, aprovechando cada espacio y recuperando las praderas, base del éxito.
En la zona de Canelones destaca el pastoreo mixto de praderas con ovinos y vacunos. Este sistema, basado en el campo natural, donde predominan principalmente las gramíneas, es el más usado por los productores, debido a su bajo costo de producción. A su vez, cada predio destina un área de pasturas mejoradas que se usa principalmente para la terminación de corderos.