Microempresa familiar Tierra Amada le pone picor a mesas chilenas con su ají cacho de cabra

Autor: Indap

Maule

Villa Prat, localidad de la comuna de Sagrada Familia, en la Región del Maule, es reconocida por su producción de ají cacho de cabra y uno de sus principales exponentes es Juan Antonio Arriagada, quien lleva más de cuatro décadas trabajando en este rubro junto a su esposa, Amada Briones.

Siendo muy joven, Arriagada partió con una mochila al hombro y dos sacos de ají en un bus rumbo a Santiago, con la esperanza de hacer algo de dinero. Durante el trayecto comenzó la venta, la que finalizó en la Vega Central. El éxito lo entusiasmó y volvió por dos sacos más. Nunca más se detuvo. Incluso abandonó sus estudios por el negocio.

“Yo estaba en la Escuela Normal a punto de recibirme de profesor pero preferí continuar en esto y fui creciendo de a poco. Me ha ido bastante bien, porque me ha dado para educar a mis cuatro hijos, hoy todos universitarios y con sus respectivos trabajos, y he vivido bien. No me he hecho rico, pero he tenido un buen pasar”, cuenta.

Con el paso del tiempo no solo se dedicó a la producción de ají, sino que comenzó a procesarlo y creó la microempresa Tierra Amada, que cuenta con sala de deshidratado de 40 metros cuadrados, otra para productos terminados a granel y una para la molienda y para mezclar los productos una vez molidos, para que queden totalmente homogéneos.

Arriagada es usuario del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP y con apoyo de esta institución ha logrado sacar adelante su emprendimiento. Actualmente vende ají cacho de cabra a granel en Santiago, especialmente en la Vega Central, y otros puntos del país, pero también productos envasados, proceso que hasta hace poco hacía en forma manual. “El año pasado con mi señora nos adjudicamos a través de Sercotec una máquina de envasado, lo que nos ha facilitado el trabajo”, dice.

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Respecto a la evolución de su negocio, afirma que está focalizada en el mercado local: “Hace un tiempo tuve unos años fenomenales. Cosechaba 30 mil kilos de ají seco, equivalentes a 200 mil kilos de ají fresco. Fue una época en que el cacho de cabra se exportó mucho y arrasaba. Después bajó harto y ahora lo que me queda es el mercado local. Estoy vendiendo 2 mil kilos, la mayor parte a granel y desde hace unos dos años también envasado”.

El matrimonio comercializa además otros productos relacionados, como pimienta, comino, aliño completo, orégano, canela y semillas de sésamo, linaza y chía, que compran a mayoristas, lo que les permite ofrecer una amplia gama de productos.

En forma paralela, Amada Briones tiene un vivero de más de mil plantas de cactus y suculentas, que reproduce y cuida con dedicación y paciencia y que también complementa los ingresos familiares.

La pareja participa en variadas ferias campesinas apoyadas por INDAP y el municipio, llevando tanto el ají y sus condimentos como los cactus y suculentas para ofrecer a los consumidores.