La nueva marcha del baqueano en la Patagonia

Autor: Indap

Magallanes
Adán Paredes Pincol, hace diez años cambió las jineteadas, la soledad y la aventura de abrir sendas por cabalgatas con turistas hasta la cumbre del cerro Dorotea.  Hoy, la travesía es un viaje ineludible para quienes buscan paz y quieren contemplar la majestuosidad del paisaje.  Invitado por INDAP, durante cuatro días contará su historia en la plaza de la Constitución, en la feria “Aquí Hay”, promocionando el turismo rural de la zona austral.
 
No importa si es de noche o la nieve cubrió la senda, los baquianos son brújulas humanas que abren la ruta. Herederos de una orientación sobrenatural, avanzan sigilosos desafiando la turba, los cerros, las quebradas y en cada paso van repasando en un mapa imaginario la inmensa y salvaje topografía, con pausas de mate y sorbos de cigarro; pero siempre cobijados en la dureza de una soledad de roble.

Esa forma de vida hoy está en extinción y sólo algunos pocos, muy pocos, mantienen viva la tradición: Adán Paredes Pincol, 43 años, es uno de ellos. A los ocho meses de vida ya andaba en los brazos de su madre cabalgando por el sector de Cerro Dorotea.  A los 18 años domaba caballos y era un conocedor de caminos y atajos en la Patagonia chilena y argentina.  

“Entrenaba entre 15 y 20 caballos por temporada, participaba en las jineteadas, arreaba animales y recorría la zona en expediciones, abriendo sendas para el turismo o nuevas rutas para el arreo.  Hace diez años cambié radicalmente la vida y hoy estoy dedicado, junto a mi hermano David, completamente a las cabalgatas por el Cerro Dorotea”, explica Paredes mientras alista los caballos.  Esta vez dos estadounidenses contrataron el servicio.

La cabalgata es para todo público y dura aproximadamente tres horas.  En un ascenso de 600 metros sobre el nivel del mar, los visitantes avanzan por bosques de lenga, arbustos de selva negra, siempre bajo la atenta mirada de algunos cóndores que tienen su cobijo en las paredes verticales del imponente Cerro Dorotea, ubicado a sólo 9 kilómetros del centro de Puerto Natales, antesala natural del parque Nacional Torres del Paine.    

Al final de la ruta, la vista es paradisiaca. Puerto Natales, el Golfo Almirante Montt y el Fiordo de Última Esperanza configuran un cuadro de hielos salpicados, quebradas desordenadas, en un fondo azul intenso que funde el mar y los cielos australes, sacando suspiros a los visitantes.

“El turismo rural es un patrimonio cultural inconmensurable y cada vez cobra más fuerza en la Patagonia.  La historia de Adán sobresale y representa una oportunidad para su familia y muchas otras que comienzan a emprender en la región, por eso está invitado a participar de la feria “Aquí Hay”, junto a la artesana de madera y lana, Rosa Paillacar y la productora de mermeladas Patricia Delgado”, explicó Víctor Vargas, director regional de INDAP.
       
Cabalgata de ensueño

El regreso a la casa de Adán, ubicada justo en la intersección que va hacia Puerto Natales y el paso fronterizo de Dorotea, siempre es por otro camino.  Nunca ocupa más de veinte caballos, y cada uno tiene al menos dos años de entrenamiento antes de ser utilizado.

“Lo más difícil es cambiar la forma de vida. De estar siempre en soledad y silencio, ahora tengo que ser más sociable, conversar la historia de la zona, incluso aprendí inglés, al menos lo básico para poder enseñar a subirse y bajarse del caballo a una persona que nunca lo ha hecho.  Pero hay gente que viene para conectarse con la naturaleza y valoran que uno sea reservado”, cuenta Paredes.

Tranquilidad que agradecen algunos famosos que han tomado la cabalgata, como el actor Benjamín Vicuña, junto a sus hijos y su ex esposa Pampita Ardohain o el gimnasta Tomás González.

“Un apoyo importante ha sido INDAP. Gracias a ellos pude comprar las monturas, aperos, cascos y construir bodegas de almacenajes.  No es fácil emprender, y todo apoyo siempre es bien recibido”, asegura.

Para los estadounidenses Keenan Dowd (29), de Nueva York y Dan Frankel (32), de Nueva Jersey, fue su primera cabalgata.  Partieron nerviosos. Pero la calma de los caballos “Facón” y “Mate” les dio confianza durante toda la travesía.

“Estoy emocionado, es como ser un descubridor de paisajes hermosos que tienen un origen glaciar”, valora Dowd.

Cada temporada recibe a más de dos mil turistas que se atreven a cabalgar por paisajes solitarios e indómitos. Una historia que cobra fuerza durante la temporada estival, pero que pocos magallánicos viven y que este año está intentando cambiar.

Las cabalgatas siempre terminan con unas sopaipillas caceras, un mate y mermelada de ruibarbo.
             
Contacto:  Adán Paredes, 9-74880227 / 9-99522659.

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