Karen Gutiérrez volvió de Europa para cumplir deseo de su padre: Instalar la Quesería Don Nelson

Autor: Indap

Maule

A 6,1 kilómetros de la Ruta 5 Sur, en el sector Los Castaños de Los Niches, comuna de Curicó, se encuentra la Quesería Don Nelson, un negocio familiar que encanta y sorprende por la variedad y calidad de sus productos y por la belleza de su entorno. Esta fábrica artesanal es el legado de Nelson Gutiérrez, un agricultor que durante años se dedicó junto su esposa, María Fresia ​Hernández, a producir leche de vaca y a elaborar quesos frescos que vendían en la zona.

En 2010, su hija Karen (32), en esa época estudiante de vitivinicultura, decidió partir a Nueva Zelanda a realizar su práctica profesional. Su idea era aprender nuevas técnicas de su especialidad y también inglés, pero el destino le tenía deparadas varias sorpresas. En el viaje conoció a Miloslav Lisner (33), se enamoraron y los planes cambiaron. Ya no regresó a su casa, sino que se fue a vivir a Praga, en la República Checa, contrajo matrimonio y junto a su marido viajaban solo los veranos a Curicó a visitar a su familia.

El verano de 2014, padre e hija tuvieron una especial conversación. Karen la recuerda emocionada: “Tengo un proyecto, me dijo, quiero construir una fábrica de productos lácteos. Yo le contesté para qué, si con la leche le va súper bien, se la vienen a comprar acá, también la reparte en Curicó y los quesos se venden todos. Pero él insistió: Esto va a ser para usted y su marido en el futuro; lo quiero hacer pensando en ustedes, porque de esa manera van a trabajar en el campo, en lo nuestro, en lo que conocemos de toda la vida, y van a poder trabajar en familia, ser sus propios jefes y se van a acordar de mí. Yo le dije gracias, papito, y sí, lo podemos ver más adelante”.

Se acabaron las vacaciones y el joven matrimonio volvió a Praga. Karen a estudiar checo y Miloslav a continuar su trabajo como profesor de idiomas e instructor de deportes de montaña. Ese mismo año ella recibió la noticia de que su padre había enfermado repentinamente y estaba grave. “Tomé el primer avión y me vine a Chile. Mi papá estaba pésimo, muy mal. Solo esperaba que yo llegara. A los tres días falleció, con 57 años”.

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La sorpresa fue gigantesca para Karen cuando al llegar a su casa desde el hospital ​vio que su padre ya tenía casi la mitad de la fábrica de lácteos en pie. Ahí se dio cuenta de que tenía que asumir el desafío y le dio a su papá la tranquilidad de que continuaría lo que él había empezado para que pudiera descansar en paz.

Con su marido se instalaron en Chile, pero solo tenían las maletas. Terminar una fábrica involucraba recursos que no tenían. “Yo decía: papito, por Dios, cómo lo voy a hacer. Tienes que iluminarme, viejo, si quieres que lleve esto a cabo”, cuenta hoy la joven emprendedora.

El primer apoyo se los dio Sercotec. Fue un Capital Abeja que les permitió terminar la infraestructura primaria de la planta, sacar patente y la respectiva resolución sanitaria. También crearon la marca Quesos Don Nelson. “Obviamente por mi papá, que antes trabajaba sin marca. Así empezamos a recorrer la región en un jeep que teníamos, para presentar los productos y hacernos conocidos. Teníamos unos clientes de mi papá que eran poquitos, pero fueron nuestra base”, dice Karen

Primero elaboraron queso fresco, ya que su madre es experta en esta preparación, y luego se ampliaron a otros productos. Para ello han debido estudiar y buscar nuevas ideas, para lo cual se inspiran en sus años en Europa. La idea, según Karen, es que siempre sean productos de calidad, naturales, sin químicos ni preservantes.

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A poco andar la infraestructura les quedó chica, porque estaban produciendo y vendiendo mucho. La gente comenzó a buscarlos en el local y la calle se empezó a llenar de autos. Al queso fresco sumaron variedades con ciboulette, merquén y orégano al ajo, y también comenzaron a producir yogur natural, mantequilla, manjar y quesos maduros.

El 2015 Karen se acreditó en INDAP. Encontró apoyó en el Programa de Praderas Suplementarias para la alimentación de su plantel de vacas e ingresó al Servicio de Asesoría Técnica (SAT). Con la institución del agro ha logrado cofinanciamiento para adquirir maquinaria productiva y una vitrina conservadora que usa en las ferias. Además ingreso a la Comunidad Yo Joven & Rural y recibió el Sello Manos Campesinas, que acredita la calidad y atributos artesanales de sus productos.

Hoy Quesos Don Nelson, donde trabajan permanentemente Karen, su marido, su madre y un tío, cuenta con una sala de ventas en su predio, el que tiene un amplio estacionamiento y una terraza que invita a disfrutar el paisaje. Ahí los niños pueden alimentar los terneros y gallinas que circulan libres por la pradera.​

Los productos se distribuyen en locales de Curicó y en otros puntos de la región y el resto del país, como las Tiendas Mundo Rural del Centro Cultural La Moneda y de la estación del Metro Escuela Militar.

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En 2018, Karen y su esposo, representando a Quesería Don Nelson, obtuvieron el segundo lugar en el concurso Selección Nacional de Pymes, organizado por el Ministerio de Economía en el marco de la semana de la Pyme, y recibieron la distinción de manos del Presidente Piñera en La Moneda. Esto les valió una invitación al evento GoGlobal, organizado por Pro Chile en Miami, durante diciembre.

Mislolav ha sido el gran aliado de Karen en esta aventura. Nunca dudó en dejar su vida en Praga y acompañarla. Dice que lo hace con gusto, contento, que casi no siente que sea un trabajo, ya que puede estar con su hijo Emilio, jugar con él y verlo crecer en un entorno privilegiado. Además está empezando su propio emprendimiento de turismo rural, que busca destacar las bondades de la Región del Maule, especialmente para el turista europeo, que no solo busca bellos lugares que recorrer, sino que también desea vivir experiencias enriquecedoras.

El joven matrimonio de emprendedores sueña con ver crecer su negocio y llegar a nuevas tiendas, pero sin abandonar su sello artesanal, que es lo que los diferencia. “Me encanta este trabajo, porque todos los días hago feliz a mi papá y a mi familia. El sueño de él lo adopté inmediatamente desde que partió. Mi papá tenía razón: trabajamos en familia en nuestro campo, estamos siempre unidos y somos nuestros propios jefes”, expresa con satisfacción Karen.

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