FIA y Conagro inician trabajo para rescatar tres variedades de maíz en la Región Metropolitana

Autor: Indap

Nacional Metropolitana

El choclo o maíz es una de las hortalizas con mayor superficie plantada en el país, alrededor de 140 mil hectáreas, y representa el 24 por ciento de la producción total de cereales, según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA). Sin embargo, la mayoría corresponde a maíz dulce, usado por la agroindustria para conservas y congelados.

La competencia que ha generado el crecimiento de estas variedades introducidas ha derivado en brechas comerciales y productivas que afectan a la Agricultura Familiar Campesina y las variedades tradicionales que poseen los pequeños productores, como el maíz amarillo de la Región de Ñuble o el Curagua, en la Región Metropolitana.

“La producción y consumo de variedades tradicionales de maíz se ha ido restringiendo sólo a ciertas localidades, presionando a los pequeños productores a sustituirlas, lo que redunda en una baja conservación y la pérdida del patrimonio fitogenético y la agrocultura campesina”, afirma Marcela Arce, experta de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y coordinadora de un proyecto que busca rescatar y valorizar las variedades de maíz propias de la Región Metropolitana.

Esta iniciativa, diseñada por la Confederación Nacional de Federaciones de Sindicatos Campesinos y Trabajadores del Agro de Chile (Conagro) para ser ejecutada en un plazo de dos años, busca generar condiciones agrícolas y de capital humano para recuperar y poner en valor tres ecotipos de maíz en la zona de Paine: Curagua, Camelia y Diente de Caballo.

El proyecto fue acogido por FIA, en el marco de la convocatoria nacional de Rescate y Valorización del Patrimonio Agrario, Agroalimentario y Forestal que realiza desde hace ya cuatro años a nivel nacional y que cuenta con más de 60 iniciativas en desarrollo a lo largo de todo Chile.

“En la convocatoria de Rescate del Patrimonio Agrario y Agroalimentario no sólo hablamos de productos agrarios, sino también de prácticas culturales asociadas a ellos y que forman parte de las particularidades de los territorios, de la identidad del país”, explica Soledad Hidalgo, jefa de la Unidad Estratégica de FIA y coordinadora de este programa de innovación.

“En esta línea –añadió Hidalgo- destacan proyectos como el merkén de Santa Juana, el rescate del chupón para la valorización de la pilwa mapuche, la valorización y búsqueda de indicación de origen para el pepino del valle del Limarí… Son muchas y muy variadas las iniciativas que hemos levantado en el territorio nacional y esperamos seguir aportando a la Agricultura Familiar Campesina”.

El rescate y puesta en valor de estos tres ecotipos de maíz tiene como ejes la caracterización y clasificación de las semillas, para luego fortalecer las capacidades organizacionales y colaborativas de las comunidades Águila Sur y Águila Norte, de Paine, y potenciar sus habilidades en la creación de negocios y productos diferenciados que les permitan ganar mayor competitividad por medio de la agricultura agroecológica, un nicho que se consolida de la mano de consumidores que buscan productos con mayor pertinencia cultural, identidad y ética en su producción.